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Martxelo Díaz Periodista

Destruir, construir y enriquecerse

Los dirigentes de la UE, con Nicolas Sarkozy a la cabeza, ya están negociando la reconstrucción de lo destruido en Gaza. La jugada es perfecta. Primero, se mira hacia otro lado mientras Israel lleva a cabo una masacre. Como mucho, se puede lanzar una ligera protesta. Para ese papel José Luis Rodríguez Zapatero es ideal, ya que aún tiene buena prensa en parte del mundo árabe desde que retiró las tropas de Irak para trasladarlas a Afganistán. Cuando ya se ha destrozado todo, llegan las maniobras diplomáticas para que entre en vigor un alto el fuego que mantenga el dominio del ocupante sionista sobre el pueblo palestino. El guión se ha cumplido al milímetro. Es un claro ejemplo de una guerra capitalista. Se vacían los arsenales para volver a llenarlos y se reconstruye lo destruido obteniendo pingües beneficios. Para los propios capitalistas, no para el pueblo. Ahora entramos en la fase de la reconstrucción, en la que la UE volverá a jugar un papel destacado. El caramelo es goloso, especialmente en épocas de crisis financiera. ¡Qué más querrán las grandes constructoras europeas que acceder a los jugosos contratos subvencionados!

En cualquier caso, la reconstrucción no será una ayuda desinteresada para el pueblo palestino. Una vez más, los fondos servirán para premiar a aquellos que aceptan la negociación con el ocupante para mantener y maquillar la actual situación de dominación. Mientras, los que opten por hacer frente al ocupante sionista volverán a sufrir la brutal represión. A todo esto, Obama, el mismo que cuando caían las bombas matando a decenas de críos no decía ni mu con el argumento de que todavía no era presidente a pesar de que no paraba de pontificar sobre la crisis económica, ha hablado. Ya ha defendido la necesidad de establecer un nuevo proceso de negociaciones que, evidentemente, no entrará a las raíces del conflicto y no servirá más que para prolongar la actual situación. Porque con «los terroristas» de Hamas y compañía no se ha habla. Lo mismo que defendía su antecesor, George Bush, en Annapolis. ¡Tanto Yes, we can para volver al punto de partida!

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