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La llegada de Englaro a Udine reaviva la polémica sobre la eutanasia en Italia

El calvario de la joven Eluana Englaro, en coma desde hace 17 años y símbolo de la lucha por el derecho a morir, parece llegar a su fin después de que ayer fuera trasladada a la clínica que se ofreció a desconectarla. «Es el primer paso hacia la liberación de mi hija», comentó su padre.

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Eluana Englaro, la italiana en estado vegetativo desde 1992, fue trasladada ayer a la clínica La Quiete de Udine (Friuli), donde dentro de dos días un equipo de voluntarios le retirará la alimentación y la hidratación asistida que le mantiene con vida.

Este último viaje de Englaro, de 38 años, ha vuelto a producir un duro enfrentamiento en Italia entre los sectores conservadores y la Iglesia católica y quienes piden que se respete la sentencia del Tribunal Supremo y, sobre todo, la decisión de la familia que desea que la joven sea desconectada.

La paciente fue trasladada en la madrugada de ayer desde la clínica de Lecco (Lombardía), donde ha pasado los últimos años atendida por unas monjas, al centro médico de Udine.

Hace unas semanas, la clínica La Quiete había aceptado acoger a Englaro y cumplir así la sentencia del Supremo, que el pasado noviembre autorizó a su familia a desconectarla tras una larga batalla judicial.

La Quiete es una clínica dependiente del Ayuntamiento de Udine (centroizquierda), por lo que puede eludir la prohibición de diciembre pasado del ministro italiano de Sanidad, Maurizio Sacconi (Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi), de interrumpir la alimentación a pacientes en estado vegetativo.

Los responsables de La Quiete explicaron que Englaro no será desconectada inmediatamente, sino que esperarán unos tres días hasta que un equipo de voluntarios comience la progresiva retirada de la alimentación e hidratación asistida.

Este equipo de voluntarios ha depositado en los juzgados de Udine un protocolo médico detallado en el que se explica cómo se procederá con el objetivo de evitar futuras denuncias de grupos católicos.

Los grupos que se oponen a que Englaro sea desconectada han comenzado sus protestas. El lunes por la noche, se vivieron momentos de tensión ante las puertas de la clínica de Lecco cuando un grupo de personas del Movimiento a Favor de la Vida intentaron detener la ambulancia para evitar su traslado.

Desde el Vaticano, el cardenal Javier Lozano, cuyo cargo es un equivalente al ministro de Sanidad, pedía desde las páginas del diario «La Repubblica» que se detuviera «la mano asesina» que desconectará a Englaro.

Anna Finocchiaro, del opositor Partito Democratico (centroizquierda), señaló que el caso de Englaro «demuestra que urge la necesidad de una ley que regule el testamento vital» y pidió «silencio y respeto ante el dolor inmenso que atraviesa la familia Englaro».

«Mano asesina»

El cardenal y presidente del Consejo Pontificio para la Salud, Javier Lozano Barragán, pidió frenar «esa mano asesina» que se encargará de desconectar la sonda que se encarga de alimentar artificialmente a Eluana Englaro.

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