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Armamento atómico

«El poder nuclear de Israel se volverá algún día contra los mismos que lo crearon»

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Mordejai Vanunu
Represaliado por denunciar el programa nuclear israelí

Alberto PRADILLA-Aritz INTXUSTA | JERUSALÉN

«Apoyo la independencia de Euskal Herria. Estoy de acuerdo en que todas las naciones, grandes y pequeñas, tienen derecho a la autodeterminación por medios de activismo político y no violencia», afirma MordeJai Vanunu antes de que la entrevista comience. Con la prohibición de salir del Estado de Israel, Vanunu vive en una «gran prisión». Enjuto y serio, su presencia llena por completo la sala de un hotel en Jerusalén.

En 1986 denunció que Israel fabricaba armas nucleares. Calculó que habrían fabricado unas 200. ¿Qué pruebas tenía? ¿A quién acudió?

Tenía pruebas, tenía las fotos, toda la información que le doy al periodista la comprobaron con un científico. Probaron que era cierto lo que decía.

¿Sabía a lo que se arriesgaba?

Por supuesto. Estaba seguro de que los judíos me iban a hacer algo: matarme, herirme, secuestrarme... Hablamos del Mossad. Me arriesgué a todo. Lo que me preocupaba era lograr lo que me proponía antes de que me mataran. Primero tenía que lograr mi objetivo, después pasaría lo que tenía que pasar.

Ha señalado en varias ocasiones que hizo su revelación por el bien de la Humanidad, no el de los israelíes. ¿Cree que su aportación ha contribuido a la paz en la región?

Mi objetivo era la destrucción de las armas atómicas de todo el mundo, no sólo de Israel. Recordemos que era 1986, en Plena Guerra fría, y el plan atómico israelí podía dar el pistoletazo de salida de una carrera armamentística en Oriente Próximo y había peligro de que se desatara una guerra nuclear entre EEUU y la URSS. Estábamos hablando de 200 bombas. Mi revelación ayudó a que el mundo se despertara y evitara que Israel pudiera llegar a utilizar la bomba. Ésta fue mi contribución.

El Gobierno israelí mentía al asegurar que no buscaba dotarse de bombas nucleares, pero era un Gobierno elegido democráticamente. Entonces, ¿tracionó o no a su país?

Aquí la democracia no es como en EEUU o Europa. Israel tiene una ley especial que le permite hacer lo que quiera. Una democracia peculiar, como se demuestra en mi caso: no me permiten salir del país o hablar con extranjeros. La democracia supone tener derechos humanos: libertad de expresión, libertad de movimiento... Nada de eso existe en Israel. Además, el Gobierno no cuenta la verdad ni a su gente, ni al mundo. ¿Qué tipo de democracia es ésta? ¿Cómo pueden mentir a la hora de fabricar armas atómicas? Hacen todo lo que ellos quieren. EEUU se enfrenta a Irán, porque dicen que tienen la bomba. Sin embargo, Israel también la tiene y no le pasa nada. Así que yo estoy contento y orgulloso de ser considerado un traidor.

Por denunciar eso, pasó 18 años en la cárcel, once años y medio en aislamiento. ¿Puede hablarnos de esa celda? ¿Qué recuerda de ella?

Durante 18 años en prisión estuve en una habitación solo. Una celda de tres por dos metros. Tenía televisión, radio, libros... pero no dejaban a nadie estar conmigo. La organización estaba luchando contra mí en secreto, para destruirme, para destrozarme el sueño, para controlar todo lo que recibía. Durante estos años aprendí a responderles, aprendí a no volverme loco. Luchaban contra mí sicológicamente. A pesar de todo, sobreviví: rezaba en voz alta, cantaba cuando me querían volver loco o enfadarme. Todo para no enfrentarme a ellos y ser como un criminal, como otros presos comunes. También intentaba hacer ejercicio, corría en esta celda de 3x2 metros, practicaba yoga, leía libros y escribía. Escuchaba música clásica, mucha ópera, todo ello para defenderme de sus ataques. Durante 18 años estuve solo, después de doce años me dijeron que podía salir e ir a vivir con otros presos. Yo les dije que quería vivir con presos palestinos. Me dijeron que no. Así que estuve solo otros seis años.

¿Es cierto que durante el aislamiento pasó dos años con la luz permanentemente encendida? ¿Qué otros malos tratos sufrió?

Los dos primeros años estuvo la luz siempre encendida, las 24 horas. Además, pusieron una cámara en mi celda y me despertaban cuando querían, no me dejaban dormir. A veces, por la noche, venían y registraban toda la habitación. Yo les preguntaba qué hacían, qué buscaban. Me respondían que era para cuidarme, porque tenían miedo de que me suicidara. Sin embargo, lo hacían para volverme loco.

Los últimos siete años conoció a otros presos. ¿Echa de menos a alguno?

Después de los once años y medio, me autorizaron a salir al patio durante el día, de ocho de la mañana a seis de la tarde. Pero no me dejaron estar con los palestinos, me llevaron con criminales judíos, que me vieron y me conocieron. Al principio éramos amigos, pero tras unos meses comenzaron a intimidarme. Me veían como un traidor, y me despreciaban por convertirme al cristianismo. Colaboraban con los guardias, les contaban mentiras sobre mí. Mentían sobre lo que hacía, sobre lo que hablaba y les decían cosas como que yo intentaba fugarme de la prisión.

El mundo no sabía si saldría del cautiverio como héroe o como un hombre derrotado, pero, como usted dice, sobrevivió. ¿De dónde sacó la fuerza?

Es una gran pregunta. No lo sé. Creo en la libertad, en la Humanidad, en la libertad de expresión y en actuar como te dicta la conciencia. Si algo me ayudó superar la prisión fue mi confianza en la Justicia y en la Humanidad. Toda la injusticia que he sufrido también me dio fuerzas para hablar cuando salí de la cárcel y para decirle al mundo que los traidores eran los israelíes y no yo. Pero la lucha duró 18 largos años y ser fuerte no es suficiente para sobrevivir, también debes saber qué hacer en cada momento. Muchos quieren convertirse en héroes y acaban muertos. Tienes que ser listo, no sólo un héroe. Debes ser listo para tener éxito y salir de la cárcel vivo. La Inteligencia israelí lo sabe todo y puede destruir a cualquiera, a cualquier héroe. Te machacan sicológicamente y también físicamente, con la comida. Si eres fuerte sicológicamente, te atacarán en lo físico. Saben de comida, de nutrición. Saben qué comidas van a hacer que enfermes. Por eso tienes que ser inteligente para sobrevivir.

Mientras estaba preso, el ministro de Justicia, Tommy Lapid, dijo que deberían ahorcarle. ¿Lo sabía? ¿Temió por su vida?

No sabía que el ministro de Justicia había dicho eso. La ley israelí no permite el ahorcamiento, porque durante el Holocausto nos ahorcaban. No podían matarme cuando estaba preso, pero sí pudieron matarme cuando estaba en Europa. Yo estaba preparado para cualquier cosa. No temía por mi vida. Cuando tomé la decisión, asumí el riesgo. Sin embargo, cuando me llevaron a prisión, yo estaba dispuesto a cualquier cosa para sobrevivir. No quería morir. Si ellos no me asesinaban, yo quería continuar con mi vida. Eso es lo que hago ahora. A veces, tengo miedo de que me hagan algo en la calle, pero sigo con mi vida. Al final, si tiene que pasar algo, pasará. Tampoco puedo tener miedo todo el tiempo.

¿Qué piensa sobre su liberación?

El problema de mi libertad es que no tengo permitido salir de Israel. No me siento libre en Israel. Antes estaba en una pequeña prisión y ahora me siento en una enorme prisión. Estoy contento de ver el mundo, de salir a la calle, de ver a mis amigos, de tener la posibilidad de elegir qué hacer. Todo esto alimenta mi mente, pero dentro de mí siento que no soy libre de verdad. Siento que en cualquier momento pueden arrestarme y hacer conmigo lo que quieran. Esto no es una libertad real.

En la última entrevista reconoció que se ha distanciado de su familia, que su familia lleva peor su conversión al cristianismo que la decisión de revelar la fabricación de armas nucleares. ¿Sigue sintiéndose solo?

No, no me siento solo. Mi familia es una familia muy religiosa, son ortodoxos. Ellos no aceptan que sea cristiano. ¿Qué puedo hacer yo? Ellos viven su vida y yo, la mía. No estoy solo, tengo muchos amigos. Todos mis amigos y todos los que me apoyan son ahora mi familia. Mis familiares viven en Tel Aviv, yo vivo aquí, en Jerusalén Este, en la zona palestina de la ciudad. Además, tengo muchísimos amigos por todo el mundo, en todas partes.

¿Y abandonado?

Sí, me siento abandonado por Europa y EEUU. Nadie se ha preocupado por mí. Si fuese un judío de Europa o Rusia habrían luchado por mí Francia, Suecia, Inglaterra... todos. Pero estoy aquí, en Israel, sin que nadie me defienda. Me siento abandonado y decepcionado, porque durante esos 18 años podrían haberme sacado de la cárcel, pero nadie lo intentó.

El Ejército israelí asegura que ya no le queda ningún secreto por revelar. ¿Soportaría de nuevo la cárcel?

El Gobierno continúa diciendo que aún guardo secretos, por eso no estoy autorizado a salir del país. Pero yo no tengo más secretos y no quiero volver a la cárcel. Ya pagué 18 años, pero nunca se sabe.

¿Qué es lo que le impide descansar aquí?

Aquí me siento libre, pero también observado, vigilado todo el tiempo. Alguien podría estar en este restaurante vigilándonos. Yo me comporto como un hombre libre. No les tengo miedo.

El mundo parece tener miedo al poder nuclear israelí. ¿Israel le teme a usted o sólo le guarda rencor?

Israel no me tiene miedo. Sencillamente, Israel me ha utilizado. Se ha vengado de mí y me ha utilizado para asustar a los demás y conseguir que nadie hable mal de ellos. El mundo está preocupado por la bomba de Israel, pero sabe que más tarde o más temprano debe acabar con todo su arsenal atómico. Si no lo hace, Irán acabará teniendo la bomba, también Egipto, Siria, Arabia y todos los demás.

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