Si el disparate tuviera medida, en Lizartza podría conservarse el patrón. Peio Olano se enfrenta a seis años de prisión y diez posteriores de destierro por, dice Otaola, amenazar de forma verbal a la alcaldesa ilegítima. Otaola, «incrustada» en la fuerza armada, campa por una localidad hostil a su imposición y a los nativos se les pretende desterrar después de encarcelados. Traten de explicárselo a algún amigo de otro lugar civilizado. No lo lograrán.