Los bomberos seguían ayer combatiendo las feroces llamas que han arrasado el sureste de Australia y han causado 181 muertos. La cifra de fallecidos podría alcanzar los 220, ya que medio centenar de personas continuaban desaparecidas y alrededor de 500 están heridas de diversa consideración. Los expertos forenses, que trabajan en un tanatorio temporal habilitado en el centro Forense de Melbourne, advirtieron de que es posible que algunos restos queden sin identificar debido al estado en el que están. Además, 7.000 personas se han quedado sin hogar, por lo que se han visto obligadas a dormir en centros de acogida, tiendas de campaña e, incluso, en sus coches.

El país entero no da crédito a lo que está sucediendo. Los focos desatados el fin de semana son los más letales de Australia y dejan corto a aquel «Miércoles de ceniza» de 1983, en el que 75 personas perdieron la vida en los estados de Victoria y Australia Meridional. Un hombre de 31 años y un adolescente de 15 han sido detenidos hasta el momento acusados de provocar voluntariamente dos incendios.

En un discurso ante el Parlamento en Camberra, el primer ministro, Kevin Rudd, remarcó que «no hay excusa para esto» y calificó los incendios, muchos de ellos provocados, de «crimen masivo y a gran escala». «Nos quedamos sin palabras ante la posibilidad de que alguno de estos incendios haya sido deliberado», subrayó. A los causantes los tildó de «gente diabólica».

Aseguró que las zonas devastadas serán reconstruidas «ladrillo a ladrillo y escuela a escuela», y que no se pondrá límite a la financiación federal.

Según la legislación australiana, causar un incendio de manera deliberada con resultado de muerte conlleva una sentencia de hasta 25 años de prisión, mientras que hacerlo de manera imprudente acarrea una pena de un máximo de 15 años. El fiscal general de Australia, Robert McClelland, indicó que los responsables podrían ser acusados de «asesinato».

Mientras tanto, la jefa de la Policía de Victoria, Christine Nixon, ha puesto en marcha una nueva unidad policial, Task Force Phoenix, que trabajará directamente con la oficina del juez de instrucción, con el cuerpo de bomberos y los servicios sanitarios. Los detectives acordonaron varios lugares, incluido el pueblo de Maryville, que quedó completamente arrasado, ante la posibilidad de encontrar pruebas incriminatorias.

Al margen de la implicación humana, Greenpeace lanzó una seria advertencia sobre las consecuencias del cambio climático. «Esta tragedia muestra que el clima en Australia ha cambiado y ahora sabemos todos lo que podemos perder si no logramos un acuerdo de acción», destacó la portavoz Trish Harrup. En ese sentido, resaltó la necesidad de que el Gobierno se plantee una reducción mayor de las emisiones gases contaminantes, estipulada en un 5%.