Martxelo Díaz Periodista
Zapatero, modelo de fascistas
Avigdor Lieberman es un fascista de libro. Es el líder del partido Israel Beitenu (Israel Nuestra Casa), que acaba de lograr un importante triunfo electoral convirtiéndose en la tercera fuerza política. Su ideario es tan básico como deleznable, ya que defiende la deportación para la comunidad palestina con pasaporte israelí, que supone el 20% de la población, unos 1,2 millones de personas. No está mal para un facha nacido en Moldavia que emigró a Israel en 1978. Con sólo 30 años de residencia, ya quiere expulsar a quienes llevan generaciones viviendo en esa tierra. Lo dicho, un fascista de libro.
Las declaraciones de Lieberman suelen ser escandalosas, como corresponden a un fascista de este pelaje que, lamentablemente, tiene en sus manos decidir cuál será el rumbo que tomará en los próximos años el Estado de Israel. Pero el cierre de su campaña en Haifa, una de las pocas ciudades en las que «conviven» israelíes y palestinos, fue de las de antología. Comenzó por tildar de blandos a Kadima y a los laboristas -los mismos que llevaron a cabo la masacre de Gaza- y tomó como modelo a José Luis Rodríguez Zapatero, porque es un maestro ilegalizando partidos vascos y es un modelo para que Israel haga lo mismo con los partidos árabes o palestinos.
Ya sólo falta que Recep Tayyip Erdogan, el primer ministro turco, diga que por qué tienen que tolerar que haya partidos que defienden los derechos de los kurdos en el Parlamento de Ankara, tal y como le exige la UE en el sempiterno proceso de adhesión, si el Estado español ilegaliza a troche y moche y es miembro de los 27.
Zapatero comenzó su primera legislatura sacando las tropas de Irak, lo que le sirvió para tener una imagen progresista en el ámbito internacional. Ahora, en cambio, se ha convertido en modelo de fascistas. Toda una evolución.
Pero si hasta Mariano Rajoy se queja ahora de que la Audiencia Nacional ordena detener a miembros de partidos políticos, les pone grilletes, los lleva al calabozo y luego se demuestra que todo es un montaje. ¡Bienvenido al club!