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Maite SOROA | msoroa@gara.net

Se decantan las opiniones

Estamos ya en puertas de una campaña electoral que comenzó hace muchos meses y ya están los columnistas lanzados para apoyar a los propios y denostar al contrario.

Ayer Fernando Jáuregui publicaba en «Periodista Digital» un artículo que comenzaba diciendo: «Se supone que el voto es secreto y que un periodista no debe, en ningún caso, decir a quién vota o no vota», para matizar a continuación que «sin embargo, esta columna la voy a escribir como periodista, pero anteponiendo mi condición, también inexcusable e indeclinable, de español y ciudadano. Así que, teniendo en cuenta que no puedo ejercer mi derecho al sufragio en el País Vasco, me permito y necesito gritar que no quiero que vuelva a ganar Ibarretxe». Curioso, porque Jáuregui ni es vasco ni reside en la CAV.

Desgrana el vetusto comentarista las razones que le llevan a ese repudio, aunque explicita que «tanto Urkullu como su antecesor, Imaz, son gente razonable». Según Jáuregui, Ibarretxe es «el gran equivocado de la política, el hombre que nada quiere saber con `los periodistas de Madrid' (...) el rupturista, el sectario». Ya se ve que cariño, lo que se dice cariño, no le tiene.

Y, a pesar ello, Juan Morote, en «Libertad Digital», advertía de lo que en realidad viene: «la intelectualidad de Ferraz, es decir, Pepe Blanco y Leire Pajín (...) si hubieran contemplado la victoria como alcanzable, nunca habrían perdido ocasión de dividir el voto nacionalista, y sin duda, ETA tendría su candidatura». Lo ve muy claro el hombre.

Con la bola de cristal en la mano, asegura que «al estimar que ganará el PNV, deviene ineludible anular la marca electoral de turno de ETA por tres razones: la primera para que el PSE sea, en la práctica, el único socio posible de Gobierno del PNV; la segunda porque puede restar votos al PP intentando esgrimir el argumento del voto útil (...) y la tercera, porque acaparando el PNV todo el voto nacionalista radical, quizá algún colectivo menos radical vote al PSE». A eso se le llama carambola.

Y para concluir, desnuda a los jelkides: «A esto también juega el PNV, que mientras protesta con la boca pequeña y a través del veterotestamentario Arzalluz por la ausencia de Askatasuna y D3M, no deja de frotarse las manos considerando desterrado el fantasma del desalojo de Ajuria Enea». Era eso, era eso.

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