Han vuelto a abrir Kafe Antzokia después de un mes de sanción, pero nada se ha resuelto, porque vive otra vez bajo la amenaza de un cierre definitivo y si no le permiten aumentar su aforo, no le quedará más remedio que fenecer. Cuando surge una entidad como ésta y lo hace espontáneamente como respuesta popular para llenar un vacío en el mundo de la cultura y cuyo fin no es otro que fomentar el euskara en Bilbao, cuestión que ha cumplido de forma espectacular en estos trece años, no se puede pretender restringirla con eufemis- mos técnicos. Porque se constriñe algo que está muy vivo, una parte emblemática de la sociedad bilbaina.

Tampoco en una sociedad democrática tiene razón de ser una actitud pertinaz por parte de las autoridades anteponiendo al clamor popular unas normas y leyes que son como todas: modificables, si con ello lo que se consigue es beneficiar a toda la sociedad, como es éste el caso.

Es un momento óptimo para sentarse ambas partes, para dialogar y para concretar un plan factible con las autoridades municipales cuya finalidad sea que el Kafe Antzokia crezca, viva y nos beneficie a todos aquellos que amamos no sólo a la cultura y al euskara sino que también queremos que lo haga en aquellas personas que viven en otros idiomas y tengan la oportunidad de acercarse al euskara.

No entiendo por qué desde el Ayuntamiento han pretendido cercenar algo tan bilbaino como es el Kafe Antzokia, que se ha llegado a exportar como modelo a otras poblaciones sobre la base de ser una entidad sin ánimo de lucro. ¿Acaso tenemos que renunciar a un proyecto consolidado después de trece años de luchas y sacrificios, y de alegría al ver que gracias a su labor el euskara ha podido crecer llegando a ser vehículo culturizador de primer orden?

Yo os digo a todos que hoy tengo un sueño y es esta esperanza con la que me levanto todos los días: que el euskara pueda crecer, vivir y llegar a su normalización en Bilbao.