Históricos de Al-Fatah se rebelan tras la masacre de Gaza
La masacre israelí en Gaza está teniendo consecuencias políticas en el seno de Al-Fatah, la formación que controla la Autoridad Palestina de la mano de Mahmud Abbas. Los críticos, que cada vez cobran más fuerza, reclaman a Abbas, en declaraciones a GARA, que acabe con la política negociadora de cesión ante el ocupante y abogue por la unidad nacional.
Aritz INTXUSTA - Alberto PRADILLA | Nablús
El ataque israelí a Gaza ha socavado también la legitimidad del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abass. Incluso dentro de las propias filas de Al-Fatah, cobran fuerza las voces que llaman a una reforma del movimiento que facilite la unidad nacional y cuestionan la vía negociadora que abandera la actual dirección. Delegaciones del movimiento fundado por Yasser Arafat y Hamas se reunieron el viernes en Egipto y aseguraron, en un comunicado conjunto, que no habrá más detenciones relacionadas con la rivalidad entre ambos grupos.
Hace dos semanas, representantes de todos los partidos en Cisjordania ya realizaron una declaración instando a los líderes de ambas formaciones a retomar la unidad nacional. Pero la posición de Al- Fatah se ha debilitado en Cisjordania después de la masacre de Gaza. La frustración por el espejismo de una Tercera Intifada y la actuación policial ha reforzado al movimiento de resistencia islámica.
«Tenemos que asumir que será Hamas quien lidere la lucha palestina durante los próximos años», lamenta Hussam Khader desde su despacho en Nablús. Fundador de las brigadas de los Mártires de Al-Aqsa y detenido en 24 ocasiones, Khader recobró la libertad en setiembre de 2008. Compartió cárcel con Marwan Barghouti y ahora se ha convertido en una de las voces más contundentes contra la actual dirección de Al-Fatah. «¿Para qué ha servido el sufrimiento de todos estos años, para que los corruptos se hagan millonarios?». El presidente palestino, Mahmud Abbas, y sus altos cargos son los principales blancos de las críticas. «Ellos no se preocupan de la libertad de Palestina. Ellos ya son libres, viven como príncipes», acusa Qaddura Fares, otro histórico de Al-Fatah. Ministro en los años 90, en su pequeño despacho de Ramallah cuelgan las fotografías de Arafat y Barghoutti. Ni rastro de Abbas. «Nos hemos convertido en colaboradores de Israel, pero seguimos sin tener un Estado», argumenta.
La corrupción sigue siendo un lastre para el gobierno de Ramallah. Su imagen se deteriora por los privilegios de sus líderes y la percepción que tienen los palestinos de que el proceso lleva años sin avanzar. Este hastío llega también a parte de la dirección de Al-Fatah. «Después de 18 años Israel ha seguido matando, deteniendo y humillando, ¿por qué tenemos que seguir negociando con ellos?», señala Fares.
Los acuerdos de seguridad de la ANP con el Estado sionista han agrandado el abismo con sus bases. En especial, por la actuación de la Policía palestina, que ha arrestado a participantes en las manifestaciones de protesta contra la masacre celebradas en Ramallah o Nablús, donde se impuso el veto a las banderas de Hamas.
El parlamentario islamista en Ramallah, Ayman H. Darghamegh, asegura que muchos de los miembros de su formación han sido arrestados y acusa a la policía de la ANP de torturarlos. El último caso, el de un joven de Yenín que murió en comisaría a los tres días de ser detenido. Su familia denuncia malos tratos, mientras que un portavoz de los agentes asegura que fue un suicidio. «La ley no nos permite torturar, sólo ha ocurrido en casos extremos, donde sufrimos presiones externas», asegura un responsable de seguridad. Sobre el número de detenidos, el representante de Hamas indica que «no tenemos datos exactos porque nos detienen y a los cuatro meses nos vuelven a soltar». Fuentes de la Seguridad Preventiva de la ANP justifican los arrestos: «Nosotros no vamos en contra de Hamas, pero éstos intentaron aprovechar las marchas para realizar actividades ilegales».
«Estamos luchando contra el terrorismo en una situación crítica», asegura Mohammad, uno de los responsables de la seguridad palestina, que ya cuenta con 32.000 efectivos que sólo actúan dentro de los márgenes que no cubre el Ejército israelí. El eufemismo de la «lucha contra el terrorismo» ha entrado ya en Cisjordania, donde la Policía de la ANP acusa a Hamas de tratar de crear milicias en su contra. Sin embargo, cuando se les pregunta por las armas que han interceptado, Mohammad dice que ya no están en su poder, que las han enviado a los juzgados.
En cuanto a las bombas, asegura que la última incautación tuvo lugar en Hebrón, en octubre, antes de que comenzaran los bombardeos. Ni siquiera dentro de Al-Fatah se toman en serio estas acusaciones.
Israel podría liberar a alrededor de mil presos palestinos, entre los que destaca el dirigente de Al-Fatah Marwan Barghouti, a cambio de la liberación por parte de Hamas del soldado Gilad Shalit, capturado en junio de 2006, según varios diarios.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, aseguró ayer que no habrá tregua definitiva en Gaza si el acuerdo no incluye el intercambio de prisioneros por el cual sería liberado Gilad Shalit, el soldado israelí capturado por Hamas en 2006.
Este anuncio supone un retroceso en las negociaciones que se llevan a cabo en Egipto, ya que estaba previsto que hoy mismo se declarase un alto el fuego de un año y medio de duración, según aseguraron diversas agencias árabes.
Hamas ha rechazado vincular la tregua en Gaza a las conversaciones sobre el soldado israelí, mientras que Olmert sentenció ayer que «no abriremos los pasos sin la puesta en libertad de Shalit».
La apertura de las entradas a Gaza era uno de los puntos incluidos en el acuerdo, que se completaba con la liberación de un millar se prisioneros palestinos.
«Las semanas que transcurran antes de que el nuevo Gobierno tome el poder serán claves», aseguró en una reciente entrevista con GARA Noam Shalit, el padre del soldado capturado. «Olmert tiene tiempo para lograr una solución antes de dejar el cargo», remarcó.