NBA
Shaq y Kobe vuelven a sonreír juntos en Arizona
Ex compañeros en los Los Angeles Lakers, volvieron a brillar al unísono en una noche de las estrellas dominada por el combinado del Oeste.
Izkander FERNÁNDEZ | BILBO
Parece que Shaquille O'neal, al contrario que Yao Ming, había decidido que la noche de las estrellas de Phoenix iba a ser algo serio para él. Y para alguien como el pívot de los Suns de Phoenix, ganador de cuatro anillos, tomarse algo en serio conlleva un plus.
O'neal comenzó bailando junto a un grupo de bailarines de break dance -siempre le ha ido la parte cachonda y lúdica de ese espectáculo llamado NBA-, y tan pronto como pudo llevó su ritmo al centro de la cancha. Cambiando el grupo de baile por un equipo de cinco jugadores y el ritmo de la música por el bote del balón. Y junto a él, quien fuera su escudero en los Lakers de los tres anillos consecutivos a principios de década: Kobe Bryant.
Es de eso de lo que trata la NBA, de televisar un partido de baloncesto y hacer que llegue a millones de hogares sin para ello necesitar que su producto se ciña únicamente al deporte en sí. Bryant y O'neal bailaron baloncesto a ritmo de baloncesto e hicieron que su equipo, el de la Conferencia Oeste, derrotase con superioridad al de la Conferencia Este por un holgado 146-119.
Doble MVP
La NBA, viva a la hora de buscar el drama televisivo más básico, repartió entre ambos el galardón al jugador más valioso del partido. David Stern, el jefazo de la liga, aprovechó al máximo la oportunidad que el destino le daba para volver a unir lo que una irracional batalla de egos había roto en el pasado: una sonrisa cómplice y compartida de dos de los mejores jugadores de los últimos 15 años.
Entre las carcajadas, lógicas, Bryant y O'neal se despacharon a gusto en la ceremonia en la que se les entregó el MVP de la noche. «No vamos a hacerlo, no vamos a ir a un hotel a ver «Magnolias de acero» y a llorar juntos», ironizaba O'neal. «Tan sólo nos hemos tomado un tiempo», bromeaba Bryant. Kobe fue el máximo anotador del partido con 27 puntos, mientras que LeBron James fue el máximo anotador del Este con 20.
El partido comenzó con el Este enchufado, con todos sus efectivos atacando el aro rival con determinación hasta cerrar un parcial de 11-4. En ese punto, buscó la cuadratura del círculo con una asfixiante defensa seguida por contraataques que pusieron un claro 20-8 en el luminoso.
Entonces empezó a carburar el Oeste. Dejaron el espectáculo insulso a un lado y se dedicaron a jugar a baloncesto por unos minutos. El resultado no tardó en llegar: un parcial de 19-0 y un mate de O'neal ponía a los pupilos de Phil Jackson por delante.
Dominio en la pintura
La lectura del partido fue correcta en las filas de la Conferencia Oeste, cargaron el juego ofensivo a una zona mucho más alta y pesada que la del Este y forzaron a los rivales a buscar la canasta desde posiciones lejanas. Sin posibilidades de pelear en la pintura y con todas las puertas cerradas, las penetraciones de LeBron, Iverson y compañía cayeron en saco roto.
El Este intentó levantarse pero allí estaban, una vez más, O'neal y Bryant para sellar la victoria del Oeste y protagonizar una conciliación más que necesaria en la historia reciente del baloncesto.
Menos Joe Johnson, que se quedó en cero puntos tras cuatro lanzamientos a canasta en 21 minutos en la cancha, todos los participantes en el partido de las estrellas de Phoenix lograron anotar.
Pese a que el combinado de la Conferencia Este buscó reivindicarse, la superioridad en cuanto estatura y peso del juego interior de la Conferencia Oeste fue lo que decantó el partido.
Como se pudo observar el sábado en la noche de los concursos, la NBA está cerca de enfermar. La parafernalia y la publicidad alcanzan cotas tan altas que en ocasiones el patetismo está demasiado próximo. Y en medio de toda la marabunta propagandística, un chino de China. Yao Ming, titular indiscutible del All Star Game desde que llegó a la NBA, volvió a pasar de todo y a pasar desapercibido. 2 puntos y 3 rebotes en 12 minutos. Fuera de onda, aunque siempre con una sonrisa en la boca. Cuentan que Yao, cuando llegó a EEUU, no machacaba el aro. Simplemente se negaba porque le parecía una falta de respeto. Era tan alarmante su falta de agresividad en ataque, que el cuerpo técnico que lo recibió en Houston obligaba a sus compañeros a hacer abdominales si no machacaba. Quien sabe, quizá la NBA obligue algún día a todas sus estrellas a hacer abdominales para que Yao se esfuerce en un All Star.