Maite SOROA
¡Hablan de sufragio universal!
Como de lo que se trata, en definitiva, es de legitimar lo que de propia naturaleza es ilegítimo, el editorialista de «El Correo Español» y «El Diario Vasco» se empeñaba ayer en batir los elementos suficientes con los que preparar el potingue para tranquilizar el espíritu de quien se sienta avergonzado ante unas no-elecciones.
En primer lugar se trataba de homologar el atentado contra la sede del PSOE en Lazkao con las protestas ciudadanas contra las ilegalizaciones. Dedicaban a éstas un capítulo especial: «revisten especial gravedad porque, además de amedrentar a cuantos simpaticen con las formaciones vejadas, pretenden violentar el proceso electoral». Y pienso yo si no habrá violentado el tal proceso quien impide que el sufragio sea universal...
Vuelve a mezclar el atentado con las protestas y asegura que «ETA nunca ha renunciado a hacerse presente en la vísperas de una convocatoria electoral. Además, esta vez su paulatina irrupción en campaña marcha en paralelo a la movilización que la izquierda abertzale ilegalizada trata de llevar a sus bases, fomentando el cierre de filas en torno al voto nulo. Una consigna con la que el núcleo terrorista de la trama radical ha decidido poner a prueba el disciplinado seguidismo con el que hasta la fecha ha venido respondiendo la mayor parte de la sociología extremista». Con este argumento se podría encarcelar a quien votara a D3M. ¡Ojo, no les vayan a abrir el sobre!
El colmo de la desfachatez lo guardan para el final de la pieza. No se lo pierdan por nada del mundo: «El sufragio universal faculta o permite a cada persona con derecho a voto optar por una determinada candidatura, abstenerse, votar en blanco o expresar su insatisfacción anulando el voto. Pero la campaña que desarrollan los ilegales promoviendo el sufragio a D3M, empleando para ello concentraciones públicas, carteles y el buzoneo de listas judicialmente anuladas, nada tiene que ver con la libre contestación ante unos comicios y se ciñe al dictado terrorista de abierta confrontación con el Estado de Derecho. Una actuación ilegal que no puede ser admitida ni tolerada por parte de las instituciones». ¡Hace falta tener cara dura!