KRISIAREN TXOKOA
Un país singular
Sin competencias y sin soberanía, difícilmente se puede plantear un programa para superar la crisis y construir país. Se puede decir que estas elecciones son para elegir a un «gobierno artificial de un país singular».
Isidro ESNAOLA
Afalta de debate en esta campaña electoral, en general y sobre la situación económica en particular, y para poder escribir algo más o menos serio para este periódico, he optado por entrar en las páginas web de los partidos políticos y echar un vistazo a sus programas electorales. Es increíble la cantidad de cosas de las que uno se puede enterar en esas páginas, pero encontrar el programa electoral no resulta fácil. Estar, están, bastante escondidos pero están; bueno, algunos sólo han puesto un borrador y otros parece que han ensayado algún tipo de proceso participativo que no está muy claro en qué ha quedado.
Lo primero que me ha llamado la atención en los programas electorales es la diferencia que hay de unos a otros y que depende, sobre todo, de la cantidad de votos que espera sacar cada partido. Algunos programas electorales se parecen más a lo que Brian Keenan llamó, creo que acertadamente, «carta a los reyes magos» y que son un compendio de propuestas muy concretas sin apenas interpretación alguna de la realidad a la que nos enfrentamos y de los porqués de la misma. En este grupo evidentemente están los programas de PNV y del PSE. A medida que las expectativas de voto van decreciendo, el número de propuestas concretas en los programas electorales también decrece y aumenta la parte dedicada a interpretar la situación política, económica y social, con lo que todos los programas electorales tienen aproximadamente el mismo tamaño, grande por cierto, lo que dificulta enormemente el análisis y que, en estos tiempos de crisis, provoca un enorme gasto de papel de impresora.
En cuanto al contenido, las propuestas concretas van dirigidas a sectores muy específicos, buscando seguramente rascar los votos que les faltan, y los análisis más generales se quedan en enunciados que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. Y es que si nos atenemos a los principales resortes que posee un gobierno para hacer frente a la crisis, el panorama es desolador. La política monetaria y el comercio exterior están en manos del Banco Central Europeo y de Bruselas; las relaciones labores y la Seguridad Social, en manos del Gobierno de Madrid; y la política fiscal, los impuestos, en manos de las diputaciones. Creo que el Gobierno de Gasteiz es el único gobierno del mundo que gasta pero no recauda, y así es normal que los programas electorales no den para más. Total, que la única competencia seria que tiene el Gobierno de Gasteiz para hacer frente a la crisis es la de gastar el dinero que otros recaudan; y si se trata de gastar, mucho me temo que la única idea brillante que se les ocurra sea la de seguir llenando esta parte de este pequeño país de cemento.
Con estas mimbres, es decir, sin competencias y sin soberanía, difícilmente se puede plantear un programa para superar la crisis y construir país. La campaña electoral va, pues, en consonancia con la calidad del gobierno a elegir, o como hace tiempo dijo Potato, se puede decir que estas elecciones son para elegir a «un gobierno artificial de un país singular».