Las horas previas al encuentro entre Atlético de Madrid y Oporto habían estado marcadas por la polémica. Unas declaraciones de Paulo Futre, ex jugador de ambos equipos, señalando que animaría a los colchoneros habían generado un enorme malestar entre la hinchada de los dragones.

No en vano, el antiguo «10» de la selección portuguesa fue clave en la consecución del primer cetro europeo del Oporto. Fue en 1987, en Viena, en un partido contra el Bayern que será eternamente recordada por el taconazo con el que el argelino Madjer decidió el marcador. 17 años después, de la mano de Mourinho y con Deco como estrella, el Oporto se volvió a elevar al olimpo con su victoria por tres a cero al Mónaco.

El otro foco de la discordia en Portugal han sido los presuntos informes que ha podido pasar Quique Sánchez Flores, actual técnico del Benfica -máximo rival histórico del Oporto-, al Atlético de Madrid.

Sin embargo, ni el vídeo ni la libreta ayudaron demasiado a los colchoneros. El Oporto fue netamente superior durante toda la contienda. Sólo su desacierto ante la portería rival y, sobre todo, el gravísimo error de Helton al borde del descanso evitaron un triunfo luso.

El brasileño define perfectamente a la tradicional escuela de porteros brasileños. Capaz de alternar actuaciones sobresalientes con errores infantiles. Valdir Peres en su día o Gomes, actual portero suplente del Tottenham, también son genuinos representantes de ese estilo.

De no haber sido por ese fallo y el acierto de Leo Franco, el Oporto habría dejado sentenciada la eliminatoria anoche. Los lusos tuvieron multitud de ocasiones, pero el portero argentino del Atlético estuvo genial.

Tras la primera intervención del meta colchonero, Maxi Rodríguez abrió el marcador. El golpe no desanimó al Oporto y, así, un flagrante error de Pablo -pagano junto a Seitaridis del público- permitió a Lisandro López empatar el encuentro. Los dragones, dirigidos por Jesualdo Ferreira, continuaron generando ocasiones, pero la mala suerte se cebó con su portero.

Corría el minuto 45, cuando un disparo sin aparente peligro de Diego Forlán se escapó de las manos de Helton. El mundo cayó encima de la espalda del brasileño, que pidió disculpas a su banquillo y acabó siendo consolado por sus compañeros.

El mazazo no acabó con los portugueses. Tras la reanudación siguieron a lo suyo, las ocasiones para Hulk y Lisandro se sucedían mientras la grada atlética se encrespaba aún más con la sustitución de Agüero. Finalmente, una internada por banda de Cissoko permitió a Lisandro empatar el partido. El argentino ganó la partida al ex rojillo Antonio López y consiguió un resultado que obliga a los madrileños a ganar en Oporto.

El Barcelona sufre, pero empata

El Lyon, ganador de la Liga francesa en siete ediciones consecutivas, es un ejemplo. Se trata de un equipo que consigue sobreponerse a la constante marcha de sus estrellas. Anoche, los de Claude Puel desarbolaron al Barcelona durante la primera mitad. A través de una presión asfixiante, un peligrosísimo juego a balón parado y unas fulgurantes salidas a la contra lograron poner contra las cuerdas al conjunto de Pep Guardiola.

Juninho adelantó a los suyos con un lanzamiento de falta que se tragó Valdés y Benzema tuvo cerca el segundo en varias ocasiones. En la segunda parte, en cambio, las cosas variaron y los blaugranas recuperaron el pulso al partido para certificar un merecido empate. El juego aéreo de Piqué y Márquez metió miedo en el área del Lyon, Dani Alves puso a prueba los reflejos de Lloris y, finalmente, Henry se aprovechó de una prolongación en un córner para marcar.

El vigente campeón, el Manchester United, se llevó un empate con sabor agridulce de San Siro. Aunque Ferguson dejó a Rooney y a Scholes en el banco, su equipo dominó con claridad. Los ingleses se quitaron el tradicional miedo que inunda a los conjuntos de la isla cuando juegan en el continente y buscó, sin acierto en el remate, la yugular del equipo de un Mourinho que suspiró con el cero a cero.