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ANÁLISIS Elecciones en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa

El apartheid impone un Parlamento españolista, excluye a 101.000 votantes y abre a López la puerta de Ajuria Enea

Unas elecciones fraudulentas sólo pueden dar lugar a paradojas, y paradójico es que quien en su día se benefició del apartheid de la izquierda abertzale para sumar poder a su costa en otras instituciones puede verse ahora desbancado de su sillón preferido. Y ello, a pesar de haber ganado las elecciones holgadamente.

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Iñaki IRIONDO

El PNV, con Juan José Ibarretxe a la cabeza, fue la fuerza más votada en las elecciones de ayer -después de concentrar prácticamente todo el voto de la coalición de hace cuatro años-, pero debido a la ilegalización de la izquierda abertzale puede sufrir su peor derrota: la salida de Ajuria Enea.

El todavía lehendakari y el resto de componentes del EBB pueden mirar ahora el resultado que ofrece GARA de la distribución en escaños contabilizando los votos anulados, y observará que en ese reparto el unionismo no obtendría la mayoría absoluta. Y eso teniendo en cuenta que en caso de que la izquierda abertzale hubiera contado con una candidatura legalizada ni sus resultados ni los del resto de fuerzas hubiera sido iguales, porque, entre otras cosas, no es lo mismo votar una papeleta que será anulada que una que puede traducirse en escaños, ni la campaña electoral se hubiera podido centrar en el miedo a que ganara el unionismo.

No es, evidentemente, la primera vez que en Euskal Herria se celebran unas elecciones en condiciones antidemocráticas y fraudulentas, pero mientras los resultados finales fueron en beneficio del PNV éste partido no dijo nada y se aprovechó de ellos. Si entonces hubiera reaccionado con hechos, quizá hoy no estaría en la situación en la que se encuentra.

El PNV ha absorbido prácticamente todo el voto de Eusko Alkartasuna. Si se suman sus 28 escaños, con el único de EA, se quedan en los mismos 29 que tuvieron en 2005. Y si se observan los porcentajes sobre el voto emitido, se verá que la coalición sumó 38,26% hace cuatro años y alcanza el 38,06% ahora.

La inmensa mayoría de los votantes de EA se han dejado arrastrar por el llamamiento al «voto útil» de Juan José Ibarretxe. La formación de Unai Ziarreta no ha sabido enganchar a los 150.000 ciudadanos y ciudadanas que en 2001 votaron a la coalición frente a la amenaza de Mayor Oreja y Redondo Terreros. Por lo tanto, ese sector del electorado sigue ahí, esperando volver a ser ilusionado.

El actual presidente de EA anunció ayer que había presentado su dimisión y que se convocará un congreso extraordinario que tendrá que decidir qué rumbo da al partido: si sigue apostando por el polo soberanista, a pesar de lo ocurrido en estos comicios, o si inicia la ciaboga hacia la «casa común» del PNV.

Pese a que Juan José Ibarretxe sea el más votado en estas elecciones, pocas dudas caben de que el ganador ha sido Patxi López. Él puede ser el futuro lehendakari, si nada interfiere en la posibilidad de que durante la sesión de investidura cuente con el apoyo del PP y -en caso de que el PSE no recupere el escaño perdido en Araba cuando se computen los votos de los residentes extranjeros- también se supone que UPyD le cederá el único voto con el que cuenta. Por muy caro que haya intentando poner Rosa Díez su escaño, hablando de la devolución a Madrid de la competencia de Educación, le resultaría muy difícil explicar ante la opinión pública nacionalista española que la posibilidad de sacar al PNV de Ajuria Enea se ha frustrado porque UPyD no sumaba sus fuerzas a las de López y Basagoiti.

El PSE ha conseguido atraer una buena parte del voto perdido por el PP (cuya bajada se reparte, casi de forma exacta en la suma de López y UPyD). López ha subido unos 40.000 votos con respecto a sus resultados de hace cuatro años pero, ¡ojo!, se ha quedado 115.000 papeletas por debajo de las que José Luis Rodríguez Zapatero consiguió hace apenas un año en la CAV.

Las matemáticas parlamentarias le dan a Patxi López la posibilidad de entrar en Ajuria Enea y sacar de ella por primera vez al PNV. El candidato del PSE ha anunciado ya que optará a la investidura. Pero, en cualquier caso, no puede olvidar que en la actualidad tiene seis escaños menos que los jeltzales y casi un 8% menos de votos que la primera fuerza. En esas condiciones, Patxi López podrá ser la cabeza de un gobierno frentista -lo que ha negado que haría durante toda la campaña- pero muy difícilmente podrá liderar un Ejecutivo de diálogo. No sería entendible que el PNV entrara a un juego de apoyos parlamentarios a un lehendakari de un PSE que tiene muchos menos apoyos que él. ¿Qué van a hacer los jeltzales, contribuir a la aprobación de leyes y presupuestos redactados por quienes tienen menos fuerza que ellos y además, pese a todo, les han echado del Gobierno?

Así que, en estas circunstancias, ahora entrarán en juego las presiones que desde Sabin Etxea sean capaz de ejercer sobre la Moncloa, pues tampoco cabe olvidar que José Luis Rodríguez Zapatero no está sobrado de apoyos en el Congreso de los Diputados.

Si el Parlamento de Gasteiz, con su composición amañada, puede dar lugar a un Gobierno trasversal, éste tendría que estar liderado por el PNV, puesto que otra cosa no se entendería.

Pero tampoco se entendería que José Luis Rodríguez Zapatero forzara a Patxi López a renunciar a su investidura, puesto que con ello quedaría claro que es un partido dirigido desde Madrid y, probablemente, lapidaría cualquier posibilidad futura de intentar acceder a la presidencia del Gobierno autonó- mico. Todo un lío.

Entre tanto, Antonio Basagoiti se felicitaba ayer de haber ganado a las encuestas, pero lo cierto es que sus resultados no aguantan ninguna otra comparación. No se pueden comparar con los de hace cuatro años y tampoco con los que recolectó Mariano Rajoy hace doce meses.

Al PP le quedan pocas posibilidades más que ofrecer, al menos de momento, su apoyo gratuito al PSE para que pueda acceder a la presidencia del Gobierno y confiar en que Patxi López necesitará de su apoyo para gobernar el día a día.

En unas condiciones enormemente difíciles, la izquierda abertzale logró aglutinar 100.000 votos. ¡Ya les gustaría contar con ellos a algunos partidos que de vez en cuando todavía se permitían dar lecciones al independentismo ilegalizado! Prohibidas sus candidaturas por Madrid, perseguida su propaganda hasta el último momento por la Ertzaintza de Lakua, invisibilizada por la mayoría de los medios de comunicación, y con la eterna cantinela de que esas papeletas no servirían para nada, D3M obtuvo ayer unos resultados que le hubieran servido para hacerse con siete escaños en el Parlamento de Gasteiz. Los mismos que en 2001 consiguió Euskal Herritarrok.

Sin embargo, son unos resultados de resistencia, que deben invitar a la reflexión si lo que se pretende es dar un salto cualitativo hacia adelante.

La mayoría de los análisis dibujarán hoy que el voto perdido por el independentismo ilegalizado con respecto a 2005 se ha escapado a Aralar. No cabe duda de que alguna proporción de ese voto se habrá refugiado en esa formación legal. Sin embargo, el conocimiento de la sociología de la izquierda abertzale y un acercamiento a los movimientos de fondo que se pueden dar en su electorado invitan a pensar que se trata de un voto que se ha quedado en casa. Y no han sido pocos los que en otras ocasiones -por ejemplo las elecciones municipales y forales de 2007- no tuvieron empacho en acercarse hasta las urnas ha llevar una papeleta que sería anulada y ahora no han tomado la misma decisión.

Aralar aparece como una de las grandes vencedoras de estos comicios. No le faltan motivos para la mayor de las satisfacciones. No sólo obtienen cuatro escaños, sino que duplican con creces su resultados en votos. Un triunfo inapelable.

Y a la hora de entender de dónde han llegado esos votos, da la impresión de que si el PNV tiene un efecto funicular con EA y el PSE con el PP, Aralar lo tiene con EB, partido con el que fue en coalición hace dos años. Lo que uno ha perdido con respecto a 2005, lo ha ganado el otro.

Ezker Batua ha pagado tan caro su intento de ser gobierno por un lado, pero intentar pasar por la izquierda a todo el mundo por el otro, que no sólo se ha quedado en un único escaño, sino que su cabeza visible, Javier Madrazo, se ve fuera del Parlamento.

Un Parlamento en el que entrará UPyD, el partido nacional surgido de Basta Ya, y cuyo liderazgo e imagen ostenta Rosa Díez. Y en su debut, llamativamente, su único escaño puede resultar determinante a la hora de que Patxi López pueda ser lehendakari. Todo dependerá del recuento de residentes en el extranjero de Araba, donde EA puede perder su segundo escaño en beneficio del PSE.

En cualquier caso, nada de esto sería posible si Madrid no hubiera mutilado el electorado vasco para hacese un Parlamento a la medida. Y tampoco, claro está, si quien convoca las elecciones no hubiera aceptado un proceso que indefectiblemente llevaba al fraude.

Lakua ocultó el voto anulado

Ni durante las comparecencias en televisión del consejero de Interior, Javier Balza, ni en la página web donde se ofrecían los resultados desde el Gobierno de Lakua se pudieron conocer los resultados del voto anulado. Una actuación poco coherente con un partido y un lehendakari que basaron su campaña en que la expulsión de esos votos de la legalidad era el factor diferencial de estos comicios frente a cualquiera otro anterior. Una ocultación, sin embargo, totalmente acorde con la persecución a la que la consejería de Balza ha sometido a la izquierda abertzale durante toda la campaña, no dudando en detener militantes y entrar en locales por unas papeletas.

I.I

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