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Crónica | Colonias de «Ultramar»

La lucha por la pura supervivencia pasa por lograr el «derecho a vivir y a decidir»

El sindicato lab, junto con otras formaciones sindicales de pueblos en lucha en el Estado francés, ha participado recientemente en París en actos de solidaridad con el levantamiento de los territorios de «Ultramar». Su secretario de Relaciones Exteriores desgrana algunas claves sobre la situación.

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Igor URRUTIKOETXEA Secretario Internacional de LAB

El levantamiento generalizado en los territorios de «Ultramar» tendrá continuidad con la huelga general convocada para hoy en Kanakia (Nueva Caledonia) y mañana en la Isla Reunión.

La situación en cada una de las colonias tiene sus especificidades, pero son muchos más los elementos comunes:

No es cierto que la extensión de las huelgas por todas las colonias se deba a un «efecto contagio» de lo sucedido en Guadalupe. A pesar de que la movilización de Guadalupe es la que más eco ha obtenido, las protestas en el resto de islas vienen preparándose durante años en cada los pueblos afectados.

Así, y aunque en el continente esto se ha ocultado, en Kanakia (Nueva Caledonia), hay un bloqueo generalizado del transporte desde hace ya quince meses porque los trabajadores de Veolia de la isla se hallan en huelga y están realizando movilizaciones desde entonces. Eso sin olvidar la lucha desde otros sectores. La situación se halla estancada y el Gobierno de Sarkozy no se aviene a negociar, de ahí la convocatoria de huelga general.

En cuanto a la Guayana, mal llamada «francesa», las primeras movilizaciones, ahora reimpulsadas, se dieron a finales de noviembre y comienzos de diciembre de 2008, con un bloqueo también generalizado de las carreteras y los puertos.

En Martinica, las peticiones por las que a diario están saliendo a la calle 30.000 personas en esta isla de 400.000 habitantes se comenzaron a plantear hace ya dos años. París hizo oidos sordos y dejó pudrirse la situación. El Colectivo 5 de Febrero, compuesto por una cuarentena de organizaciones, partidos y sindicatos, está liderado en gran medida por UGTM, que es a su vez elemento de cohesión ante las desavenencias puntuales. Asimismo, ha adquirido especial relevancia el papel de la radio de la isla que ante la desinformación oficial, actúa de aglutinador y hace públicas las movilizaciones cada día.

La dimensión nacional

En las huelgas y las movilizaciones se conjugan dos tipos de reivindicaciones: por una parte, las relativas al coste de la vida, y por otra, reivindicaciones de claro cariz político.

Hoy día, los precios básicos son inasumibles para una población autóctona cuyos sueldos a menudo no superan los 800 euros, a pesar de que los productos más básicos, como el petróleo, la alimentación, la electricidad e incluso, a veces, ¡el agua!, son más caros que en la parte continental del Estado francés. Por ello, se reclama la reducción de los precios de estos productos y el aumento de los salarios más bajos. La lucha ha comenzado a dar sus frutos y hay un principio de acuerdo en Martinica para bajar el precio de cerca de cien productos en un 25% y para aumentar los salarios más bajos. También en Guadalupe se llegó a un acuerdo en parecidos términos con los empresarios pequeños y medianos, del que se desmarcó Medef, la gran patronal francesa.

Junto a estas reivindicaciones hay otras de carácter más estratégico y de un mayor barniz político, especialmente en el caso de Martinica, como el derecho a vivir y decidir en Martinica, un mayor poder político o una política educativa propia que recoja la enseñanza en criollo, el lenguaje utilizado mayoritariamente por la población. Asimismo, se exige el fin de los privilegios de los bekés o colonos franceses, que a pesar de ser un 1% acumulan el 40% de sus riquezas, algo similar a lo que ocurre en Guadalupe, Kanakia, o la Guayana.

El Estado francés y su chauvinista mandatario Sarkozy, después de desentenderse durante años de la situación de los territorios que, con el eurocentrismo que les caracteriza, llaman «de Ultramar», se han visto obligados a responder con medidas de parcheo a una situación que se les escapa de las manos.

Al margen de acuerdos puntuales que hagan de apagafuegos, las movilizaciones muestran que estamos ante problemas estructurales que exigen soluciones radicales. Éstas deben pasar por el fin de los privilegios que se conceden a los bekés y a los funcionarios franceses y por el respeto a la palabra y la capacidad de decisión de las gentes trabajadoras de las últimas colonias de «Ultramar francesas». Robert Saé, antiguo líder del sindicato UGTM, lo resume así: «Vivimos y trabajamos en Martinica y queremos decidir allí, y entre los de allí, nuestro futuro. Los vascos también pedís algo parecido, ¿no?».

 

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