Camino de la final
Todas las ilusiones rojiblancas se dan cita en San Mamés
Decía Gardel aquello de que «veinte años no es nada». Pero los veinticinco que han pasado desde que el Athletic levantara por última vez la Copa pesan de lo lindo. De ahí la desorbitada expectación que ha generado la semifinal que dirimirán esta noche los bilbainos frente al Sevilla. Ni siquiera la calidad del rival y la derrota en el encuentro de ida frenan la euforia de una familia rojiblanca que, un cuarto de siglo después, sueña con reencontrarse con su historia.
ATHLETIC - SEVILLA
Amaia U. LASAGABASTER | BILBO
Ni crisis, ni nevadas, ni elecciones, ni cambio climático. Sólo un partido de fútbol es capaz de detener el tiempo, de vaciar las calles, de fusionar cerebros con un solo pensamiento y corazones con un único sentimiento.
«El Partido», habría que decir en este caso. El que ha monopolizado portadas, horas de radio y televisión, tertulias de patio y barra; el que se ha convertido, a la espera de la final, en el más importante de los últimos tiempos para la familia rojiblanca. El Athletic ha disputado otras dos semifinales en los últimos siete años, pero bien porque los malos momentos pasados han estimulado la necesidad, bien porque el espectacular arranque de año del equipo ha revitalizado la esperanza, poco o nada han tenido que ver con lo que se está viviendo en Bilbo en las últimas semanas. El Athletic tiene hambre y ha encontrado su maná.
Todas las ilusiones rojiblancas tienen una cita, San Mamés, ocho de la tarde. Un escollo considerable, eliminar a un Sevilla que llega con la ventaja de la ida (2-1) y con la calidad de un equipo que, en las últimas temporadas, se ha situado entre los mejores de la Liga e incluso del continente. Y dos avales no menos notables: la convicción de un equipo que, no hace demasiado, ya ha demostrado que quiere y puede, y el empuje de una afición que, más que nunca, convertirá La Catedral en un escenario inigualable.
Yeste, titular
La responsabilidad de convertir ese aliento en victoria le corresponderá al «once de gala» de Joaquín Caparrós, posiblemente el mismo que se enfrentó al Sevilla en el partido de ida.
Es decir, incluyendo a Fran Yeste, recuperado de sus problemas físicos. De la demarcación que ocupe el basauritarra, banda izquierda o media punta, dependerá la titularidad de Markel Susaeta o Ion Vélez.
Aunque es difícil hablar de suplentes en una plantilla como la del Sevilla, tampoco se dejará pelos en la gatera Manolo Jiménez, que recupera definitivamente a Luis Fabiano. El técnico, que ha preferido no forzar el regreso de Escudé, viajó con 18 jugadores, con lo que deberá realizar dos últimos descartes.
«Tenemos que creer en nuestras posibilidades. Hay que transmitir desde el principio que les podemos ganar». Joaquín Caparrós está convencido de que el Athletic puede conseguir la clasificación y también de que, precisamente, el convencimiento al que tan a menudo alude es el primer paso para conseguirlo.
Los enemigos, al margen del Sevilla, también están en casa: la ansiedad y los errores. «Tenemos que intentar no cometer errores porque ante estos equipos, si concedes un error, te cuesta superarlo, se pagan caro», destacó el técnico, que ya había incidido en este aspecto tras la derrota liguera del pasado sábado ante los hispalenses. El otro gran peligro es «salir temerosos. Hay que transmitir desde el principio que les podemos ganar, dar importancia al balón y tener la posesión porque tenemos jugadores para ello». Y, sobre todo, no dejarse llevar «por la ansiedad. El partido es largo y tendremos ocasiones».
Y si desde Lezama se quería transmitir confianza, José María del Nido se dejó llevar por el «hambre», al asegurar que su equipo «se va a comer el león desde la melena a la cola». «Con todo el respeto por el Athletic -añadió-, pero no creo que haya un solo aficionado vasco que duerma tranquilo, sabiendo que enfrente estará Kanouté». Confiado, pero más comedido, estuvo Manolo Jiménez, que incluso se confesó «molesto porque todo el mundo hable de la final. Primero hay que jugar el partido», recordó el técnico hispalense.