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Raul Castro refuerza su posición realizando una profunda reforma del Gobierno cubano

En su toma de posesión, hace algo más de un año, el entonces recién nombrado nuevo presidente de Cuba, Raúl Castro, anunciaba, entre otras ideas, su intención de proceder a una importante reforma administrativa y gubernamental, con el fin de aligerar su pesado aparato y mejorar su funcionamiento.

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Josemi ARRUGAETA

El pasado diciembre en su intervención ante la Asamblea Nacional reiteraba la propuesta pero retrasaba su concreción para poder analizar en profundidad todos sus aspectos y consecuencias. Este lunes, en horas del mediodía, la ciudadanía cubana conocía, por todos los medios nacionales, mediante un relativamente extenso pero lacónico comunicado del Consejo del Estado, la más importante y profunda remodelación gubernamental desde los años iniciales de la Revolución.

Utilizando asépticos términos administrativos como «liberado», por relevado del cargo, y «promovido», para los nuevos nombramientos, los cubanos han visto con sorpresa y cierto desagrado la desaparición de figuras hasta ahora claves en el Gobierno, como su máximo responsable económico, Carlos Lage; el titular de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque; o el encargado del Ministerio de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez; personas que desde hace tiempo aparecían ligadas además a un futuro relevo generacional de poderes, y que contaban con una importante, y en general favorable, proyección política entre la población, avalada además por sus notables resultados de trabajo a pesar de todas las dificultades.

El relevo de estas «figuras políticas» venía además acompañado con la desaparición del Gobierno de casi todo el equipo económico que llevo adelante las reformas de 1994, y que permitieron atravesar el duro y desgastante Periodo Especial, consecuencia directa de la caída del Bloque Socialista a inicio de la década del 90 del pasado siglo.

El listado de nombramientos es largo y extenso pero los nuevos ministros y ministras presentan características muy similares, como la de haber tenido hasta el momento una carrera esencialmente administrativa con bajo perfil político, y ser personas directamente ligadas o de confianza del propio Raúl Castro.

Hay que señalar al mismo tiempo que los ministerios no afectados por esta reestructuración medular (Agricultura, Azúcar, Turismo, Educación, Construcción, Interior y Fuerzas Armadas...), hace ya algún tiempo que vienen siendo dirigidos por funcionarios muy cercanos a la figura de Raúl, o son generales de las Fuerzas Armadas que él mismo comandó durante casi 50 años. La única excepción a lo anterior es el Ministerio de Cultura, dirigido por Abel Prieto.

Es oportuno subrayar también que la decisión de fusionar diversos ministerios, que atendían sectores relacionados, como son los casos de Alimentación, y Comercio Exterior e Inversiones, han convertido a estos aparatos en macroorganismos que parecen de difícil manejo, sin llegar a eliminar funciones administrativas reales, pues la estatalización casi total de la vida social y económica sigue obligando por el momento al aparato gubernamental a controlar y planificar de manera esencialmente vertical y centralizada.

Esta profunda reestructuración del Gobierno cubano parece representar, en una primera lectura obligatoriamente provisional, un reforzamiento de la centralidad y liderazgo político de Raúl, que aparece como Presidente en pleno ejercicio de sus funciones y poderes, rodeado ahora por un equipo administrativo muy homogéneo pero con poca relevancia política.

La población cubana ha acogido tan importante noticia en general con bastante sorpresa, y marcada inquietud, pues la pregunta más importante y acuciante que se siguen haciendo es si estos anuncios son el preludio de las transformaciones y cambios estructurales anunciados por Raúl Castro, en febrero del pasado año, respaldados a su vez por el intenso y amplio debate sociopolítico realizado en la segunda mitad del 2007, o todo quedará en un simple cambio de personas.

Lo que si parece claro, por el momento, es que cualquier tipo de negociación o contacto serio por parte de EEUU o la UE, posibilidad que parece cada vez más cercana, cuenta con un claro y único interlocutor por la parte cubana, su presidente Raúl Castro.

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