Las colas del paro se alargaron en febrero
Febrero se cerró con un nuevo incremento del paro, y la crisis acumula ya ocho meses marcados por la creciente destrucción de empleo: en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa el número de desempleados alcanza las 153.032 personas, un 4,5% más que en enero. El análisis de las cifras arroja además otro dato revelador: en los últimos doce meses el paro registrado ha crecido un 41,8% de media en Hego Euskal Herria, aunque es en Nafarroa donde la situación se muestra más preocupante, puesto que el incremento se ha disparado hasta el 52%. El mapa se completa con el 48,1% de Araba, el 38,1% en Bizkaia y el 35,8% en Gipuzkoa.
Cada mes que pasa, los datos estadísticos confirman una realidad incontestable: la crisis la está pagando principalmente la clase trabajadora y a un precio muy elevado. Sin embargo, para algunos actores económicos la factura tiene que seguir subiendo. Ayer mismo, la OCDE, organización integrada por los treinta países más desarrollados del mundo, hacía público un informe en el que recomienda el abaratamiento del despido de los trabajadores fijos (el de los temporales ya es gratis) y el incremento de la flexibilidad laboral en el Estado español como receta mágica para conseguir el incremento de la competitividad. Algo que ya viene defendiendo la patronal desde el comienzo de la crisis.
Y mientras los máximos exponentes del capitalismo neoliberal insisten en resolver la ecuación con las frías y calculadoras fórmulas de siempre, la profundidad de la crisis y sus efectos más devastadores hay que buscarlos en las colas del paro. GARA visitó ayer una oficina del INEM en Donostia para poner nombre y cara a las cifras del paro. Luis, Paqui, Arkaitz, Ana María, Olga... relatan en las páginas de Ekonomia y en primera persona lo que supone estar en paro. Por sus bocas hablan a la vez el miedo y la indignación ante una situación que, lejos de mejorar, sienten que empeora cada día que pasa. Y cuando esos días se convierten en semanas y éstas en meses, a su discurso empieza a asomar la desesperación.