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Mil años antes

«Underworld: La rebelión de los licántropos»

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M. I. | DONOSTIA

«Underworld» es una de esas sagas fantásticas de lo más rentable económicamente, gracias a que en cada una de sus entregas ha partido de un presupuesto muy ajustado, calculado para conseguir un buen margen de beneficios en la taquilla mundial. Esta tercera parte que ahora se estrena ha costado poco más de 35 millones de dólares, cantidad que la película ya ha superado ampliamente con las recaudaciones de su primer fin de semana. Y la modesta inversión tampoco ha sido problema para hacerse con un reparto brillante, al que aportan categoría interpretativa los ingleses Michael Sheen y Bill Nighy, junto con la ascendente Rhona Mitra, revelada como heroína de acción en «Doomsday». El trío estelar ha sido concebido para suplir a Kate Beckinsale, protagonista de las dos entregas anteriores, y que en «Underworld: la rebelión de los licántropos» hace una breve aparición para no perder el hilo de la trilogía, siempre y cuando no se añadan más partes en el futuro.

En la dirección tampoco está ya el marido de la actriz, Len Wiseman, que pasa a tareas de producción. Su puesto lo ocupa Patrick Tatopoulos, que venía encargándose de los efectos especiales y del diseño de las criaturas enfrentadas en ese universo paralelo. Lo curioso es que la estética de tonos azulados se mantiene, pese a que la acción se remonta en forma de «precuela» a mil años antes, con lo que el origen de la lucha entre licántropos y vampiros adquiere una dimensión medievalista que, así vista, resulta más bien onírica.

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