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Maite Ubiria Kazetaria

Legislar a golpe de telediario, una práctica extendida

Ala hora de escribir estas líneas Nicolas Sarkozy no ha anunciado ninguna medida extraordinaria contra los participantes en los enfrentamientos desatados en París tras la gran manifestación en contra de la política económica que practica su gobierno.

No es descartable que se le ocurra pronto alguna reforma legal, ya que el motor básico para un presidente que sobreactúa tanto como subgobierna es el grado de impregnación de un tema en la pequeña pantalla.

El enésimo ejemplo de esa utilización desproporcionada del efecto de la violencia en el telespectador es una batalla campal en un instituto del arrabal parisino. Por si aún queda algún despistado, dejemos bien claro que para el presidente que devolverá a Francia a la estructura militar de mando de la OTAN sólo existe una violencia, la que hunde sus raíces en razones políticas o en injusticias sociales. O en ambas causas.

Escudado por nuestra paisana, la ministra de Interior, Michèle Alliot-Marie, Sarkozy ha aterrizado en Gagny para anunciar... ¿Se imaginan qué? Bravo. La formulación de un nuevo tipo delictivo, el de «pertenencia a una agrupación».

Que estén tranquilos los solistas de la coral de aquí al lado y las integrantes del equipo de rugby. No parece que vayan a dar con sus huesos en la cárcel, de momento. Sarkozy piensa en otros destinatarios para la reforma que se ha sacado de la manga en un intento desesperado por que la seguridad ciudadana vuelva a situarse en el prime time de una crónica política fuertemente marcada por la ola de descontento social.

Desde el estamento judicial le aconsejan al líder derechista que se lo tome con calma, que el delito que busca atajar ya consta en el código penal. ¿A qué se refieren los insignes togados? ¡Eureka! Se trata, claro, del delito de «asociación de malhechores».

A los vascos nos suena bastante ese cajón de sastre legal, pero al verse matizado por los expertos, Sarko ha logrado el efecto deseado. Los medios hablan ya de esos alumnos como «miembros» y su instituto se ha transformado en «centro operativo» de «una banda organizada». La justicia preventiva se impone... para evitar males futuros.

Los liberticidas, ya lo ven ustedes, no saben de fronteras.

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