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Elecciones en la Comunidad Autónoma Vasca o jugar con tramposos
Frente al proyecto España: unidad en torno al proyecto Euskal Herria; frente al constitucionalismo unionista: la Constitución Navarra y la República Vasca Las élites de los diversos partidos actuantes no son tanto responsables de los resultados, como lo son de no haber alertado a la ciudadanía de que las cartas estaban marcadas
Cuando a alguien se le caza haciendo trampas, en cualquier sitio se le invita a no aparecer más por la partida, por el bar, la sociedad, la peña o el club de jubilados y en ninguno de los casos se le deja llevarse lo que ha sacado en la partida, que no ganado en buena ley. El resto de los jugadores no dan por buena la partida y se empieza de nuevo. Al que ha invitado al tramposo se le afea su actitud y se le da un aviso dejándole claro que no nos gustan los tramposos ni los amigos de los tramposos.
Del mismo modo, en las elecciones de la Comunidad Autónoma Vasca los resultados no son válidos, ni los de los que consideran que han perdido, ni los de los que consideran que han ganado, ni siquiera de los que creen haber quedado igual. En la partida han participado los truhanes y tramposos; sí, los que diseñaron la famosa Ley de Partidos exclusivamente para desbancar al Constitucionalismo Navarro, al proyecto Euskal Herria y al Soberanismo Vasco.
No toca lamentarse de la situación creada ni analizar los resultados como si se hubieran producido en buena lid; se trata de analizar globalmente los resultados, de examinar cuánto y cómo hemos aguantado el tirón de la imperialista Ley de Partidos.
Se trata de elaborar una estrategia nacional en la que, desde luego, los tramposos quedan relegados a sus mesas de juego y a que nadie los vea de otra forma que como representantes legítimos del (ilegítimo) poder colonial, con una u otra implantación en Euskal Herria.
A corto plazo ya han dicho lo que piensan cortocircuitar:
Medios de comunicación: Euskal Irrati Telebista (EITB) y sus ya famosos mapas del tiempo, que tanto preocupan a sus homólogos de la Comunidad Foral de Navarra; descabezarán a todo aquel que se destaque por mantener actitudes razonables y quedarán los dispuestos a lo que sea.
Educación: desaparición pura y dura del curriculum propio, descenso de las horas en euskara y descafeinamiento del modelo D, en lo público, lo privado y lo concertado.
Diáspora: cambio de control de las, hasta ahora demasiado controladas, Euskal Etxeak y estrangulamiento de aquellas que no se plieguen a las nuevas directivas de Acción Exterior, sin descartar la pura y dura desaparición de toda clase de ayuda.
Ertzaintza: profundización de la estrategia represora impulsada por el actual consejero de Interior: menos cámaras, menos luz y ya verás cómo se las gasta el taquígrafo.
Cultura: negación en la práctica del hecho cultural vasco y potenciación de la cultura de la metrópoli.
Ya me dirán qué clase de transversalidad es posible con este panorama, ya me dirán a qué intereses responde la colaboración con este imperialismo tan rancio.
Frente al proyecto España: unidad en torno al proyecto Euskal Herria; frente al constitucionalismo unionista: la Constitución Navarra y la República Vasca; frente a la sumisión: la insumisión, la independencia.
Y todo esto porque la ciudadanía vasca así lo ha manifestado en las urnas, pues a pesar de la dramática trampa, el voto emitido, nulo o válido, se ha expresado soberanista mayoritariamente, y el no emitido muy probablemente lo es en una gran parte, y por serlo no ha querido participar en la trampa mortal.
Las élites de los diversos partidos actuantes, no son tanto responsables de los resultados, como lo son de no haber alertado a la ciudadanía de que las cartas estaban marcadas; muchos de ellos habían asistido a un espectáculo similar en las elecciones al Parlamento de Navarra, es decir conocían el percal, y su obligación era avisar de que en la mesa de los tahúres imperialistas, tal vez, lo mejor hubiera sido no sentarse: Desobediencia Civil de la buena.