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Antonio ALVAREZ-SOLIS Periodista

Al fin solos

En vez de seguir con puntualidad la Bolsa he decidido hacerlo con el mercado abierto de la plaza del Arriaga. Me parece un paso muy importante para el futuro social que entre los consumidores y los baserritarras vayan desapareciendo los depredadores intermedios. En una sociedad que pretenda alcanzar un socialismo sano, es decir, natural, lógico, el productor y el consumidor han de comunicarse sin interposiciones. El intermediario es una figura explotadora: ni produce ni consume. Simplemente explota. No vale decir que el intermediario -desde el intermediario de productos al intermediario financiero, el agiotista- facilita la comunicación entre quienes necesitan un producto y quienes lo elaboran. El mundo de los servicios ha introducido con insidiosa retórica la figura del intermediario, hasta el punto de que los servicios se han constituido en el sector económico más relevante. La catástrofe financiera actual revela hasta qué punto los servicios han colonizado, como una bacteria infecciosa, el mundo de la producción y el consumo.

Es preciso que un canal comunique a productores y consumidores para que los primeros puedan dedicarse a producir ante la demanda de los segundos. Pero ahí está una gran función del socialismo real: crear el medio público que establezca ese contacto, un medio en que estén representados con plenitud decisoria los productores, los consumidores y las instituciones políticas. Una herramienta sin afán alguno de lucro. Es falso que la intermediación sea imprescindible. La intermediación canceriza el mercado. Si se habla de un socialismo en libertad esa libertad ha de referirse a la presencia de una creatividad que no persiga la explotación. Cuando leí que la plaza del Arriaga se había convertido en mercado liberado de intermediarios entre baserritarras y consumidores di un gran suspiro mientras musitaba: «¡Al fin solos!».

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