Una contundente victoria. Eso era lo que necesitaba la parroquia baskonista para convencerse de que las dos últimas derrotas no han sido más que un bache psicológico con fácil solución: carácter y ganas. El partido de ayer, ante un equipo de entidad, pero aparentemente inferior, era la ocasión ideal para echar todos los fantasmas del cielo gasteiztarra. Lo que nadie esperaba es que la victoria quedara sentenciada desde el segundo cuarto, y que el único pasatiempo de los aficionados fuera observar si la renta final traspasaría el límite de los cuarenta puntos. Los cuarenta de diferencia no llegaron, pero el tan deseado triunfo apareció engalanado a modo de espectacular paliza.

Fernando San Emeterio protagonizó la primera sorpresa del día al salir a jugar en el quinteto titular. La conocida tendencia al tiro exterior que poseen los de Badalona fue cortada de raíz por la intensa defensa que desplegaron los jugadores baskonistas. Todas las transiciones del DKV acababan siendo defendidas en posición «de 2 contra 1», y la habilidad de los exteriores gasteiztarras en el robo de balones hizo que el segundo cuarto fuera un auténtico suplicio para el equipo de Sito Alonso. El parcial de 31-17 habla por sí solo.

Tras el descanso, y con un 49-27 favorable, el Baskonia no bajó el pistón en ninguna tarea. En defensa siguieron asfixiando cualquier intento de ataque planeado por el Joventut, y en el aspecto ofensivo sobraba con el viejo truco del bloqueo directo para seguir aumentando las distancias. Además del buen trabajo colectivo, el talento individual -que se había tomado dos semanas de vacaciones- volvió con todo su poder; Rakocevic, Teletovic, Splitter y Mickeal sumaron ellos solitos la nada desdeñable cantidad de 72 puntos.