«Conquistar los fondos oceánicos ha sido tan difícil como poner el pie en la Luna»
Profesor emérito de la Universidad de Brest, su presentación dicha así se queda corta. Se trata de uno de los investigadores que más ha contribuido al conocimiento de la geología de los fondos oceánicos en las últimas décadas. Retirado del buceo y residente en Donostia, sigue dando lecciones submarinas.
Joseba VIVANCO |
Durante marzo y abril, la Facultad de Ciencia y Tecnología en Leioa acoge un ciclo de conferencias titulado «La corteza oceánica actual y fósil», impartido por este explorador de los fondos marinos y colaborador, hoy, del Departamento de Mineralogía y Petrología de la UPV-EHU, organizador del programa.
La dorsal oceánica mundial. ¿De qué estamos hablando?
Se trata de una inmensa cadena de volcanes submarinos activos, de más de 60.000 kilómetros de largo, y que atraviesa todos los océanos. Su profundidad media es de 2.500 metros bajo la superficie del mar.
¿Qué implicaciones tiene para el planeta la actividad de ese fondo submarino?
Hoy mismo, a lo largo de esta cadena, millares de volcanes submarinos emiten coladas fluidas de basalto a 1.200º, mientras millares de chimeneas hidrotermales sueltan chorros de agua caliente a 350º. Esta tremenda actividad volcánica e hidrotermal, acompañada por una intensa actividad sísmica y tectónica, ocurre a varios kilómetros de profundidad en el océano profundo, sin que se note en la superficie.
Usted fue el primero en observar una fumarola negra a 2.500 metros de profundidad. ¿Un momento involvidable?
Sí, tuve la suerte de hacer el primer buceo histórico sobre un grupo de black smokers o fumarolas negras. Estas chimeneas de hasta diez metros de altura echan un agua hipercaliente a 350º en la zona axial de la dorsal oceánica. Ese día, un 21 de abril de 1979, mi colega americano Bill Normak y yo buceamos en el submarino Alvin para investigar una anómala concentración de bivalvos fotografiada por nuestra cámara submarina. Al llegar a la zona, descubrimos con total asombro una extraordinaria concentración biológica, todo un ecosistema muy denso acumulado alrededor de un grupo de chimeneas hidrotermales muy activas.
¿Con qué se encontraron?
Nos quedamos mudos delante de aquello: praderas de gusanos viviendo en tubos blancos, bivalvos gigantes, cangrejos, gambas, peces... Todo un ecosistema desconocido, independiente de la luz solar y basado en la energía interna terrestre. Hoy, más de 400 especies nuevas han sido descritas por los biólogos, muchas viviendo en simbiosis completa con bacterias anaeróbicas capaces de soportar temperaturas de hasta 110º.
Algunos hablan de que ahí pudo radicar el origen de la vida...
Sí, es una cuestión fascinante. Sitios como éstos podrían ser buenos candidatos para el nacimiento de los primeros seres vivos, protegidos de la lluvia de meteoritos por varios kilómetros de agua marina. Pero no sólo el origen, sino que los depósitos de minerales de sulfuros ricos en hierro, cobre, zinc, plomo y otros metales, acumulados sobre el fondo oceánico por la actividad de los black smokers, constituyen los yacimientos de metales del mañana, cuando los terrestres se hayan agotado.
Descubrimientos muy recientes. ¿Tan poco sabemos del fondo de los océanos?
Este mundo del océano profundo ha sido explorado hace muy poco, a partir de los años sesenta. Es uno de los medios naturales más hostiles e inhóspitos para el ser humano, un mundo totalmente oscuro a partir de los 300 metros de profundidad, donde la temperatura cae a 0º a partir de los 2.000 metros, sometido a presiones colosales. Pero es que, además, el agua del mar es un medio químico muy agresivo para todo material inmerso en ella... Conquistar los fondos oceánicos ha sido tan difícil como poner el pie en la Luna y no es casualidad que esas dos hazañas hayan ocurrido en la misma década de los sesenta.
Y usted es uno de esos pocos privilegiados que ha estado allá abajo...
Yo soy geólogo de terreno y he tenido la gran suerte de poder participar en la apasionante exploración de la dorsal oceánica mundial, a bordo de buques perforadores o de esos maravillosos submarinos concebidos por Jacques Cousteau, capaces de bucear hasta los 6.000 metros, explorar el piso del océano, filmar, fotografiar, coger muestras... He buceado muchas veces con los sumergibles franceses Cyana y Nautile, hasta los 6.000 metros en la fosa de Perú con este último, o con el sumergible americano Alvin o con el ruso Pisces en el Mar Rojo.
¿Y qué siente uno allá abajo?
Cada buceo es una aventura auténtica. El paisaje que se revela delante de tus ojos nadie lo ha visto antes que tú y nadie lo volverá a ver... Y le tienes que sacar el máximo rendimiento a ese momento.
«Allá abajo, a 3.000 metros de profundidad, junto a fumarolas que emiten coladas de basalto al rojo vivo, hay todo un ecosistema. Quizá el origen de la vida»