Raimundo Fitero
En cascada
Las detenciones, las caídas de gobierno, los escándalos por los sueldos van apareciendo en cascada en nuestros noticiarios televisivos hasta converger en un punto único que abre interrogante -¿está cayendo el capitalismo?- cerrando el discurso sin apenas posibilidad para la dialéctica. ¿Qué sistema de organización económica y social puede sustituir en estos momentos al díscolo capitalismo? Esta es la pregunta que tiene un gran premio, comisiones y pluses.
Lo único cierto es que han caído tres gobiernos de países europeos que pertenecieron hasta hace poco al manto del telón de acero por los problemas estructurales que está causando, o que son fruto, de la crisis. Uno de ellos, nada menos, que el de la República de Chequia, que preside por turno la UE, con lo que estamos ante un disparate más en la lenta inmolación del proyecto europeo que si se sustentaba en criterios neoliberales en la economía está viendo como se desmorona y como políticamente su recorrido es nulo, la cosa nos coloca ante una incertidumbre absoluta, de tal manera que ni podemos ver en abierto aquel informativo tan interesante llamado «Euronews».
Pero es que ha caído en manos de la Interpol «Pepe el del Popular», un bancario que convirtió su oficina en una banca paralela, haciendo, con muchos años de anticipación, lo que después sea hecho a escala global y nos ha llevado, entre otras muchos otras cosas, a esta situación desastrosa actual. Dicen que se llevó treinta y dos millones de euros a base de las famosas pirámides, dando intereses del doce por ciento «y sin declarar a Hacienda», como nos señalan los informativos televisivos.
Un debate televisivo nos dejó el cuerpo señalado por la retórica de las partes implicadas en la crisis económica. Gobierno, con rango de Ministro de Trabajo (sic), oposición, tan trabucaire y recalcitrante como siempre, sindicatos atolondrados y empresarios oportunistas se sentaron en la primera estatal para demostrarnos que no saben de qué va esta historia y que cada uno habla por no callar. Pero aquí no hay dimisiones ni suicidios, como recomendó un senador americano a los altos cargos de una aseguradora.