Tras las elecciones del 1-M
El españolismo ampliará con EiTB su predominio mediático
PSE y PP anuncian rápidos cambios en la dirección, línea editorial, colaboradores y elementos simbólicos de EiTB. Este cambio mostrará la debilidad mediática del nacionalismo vasco en la CAV tras 30 años de autonomía y poder del PNV.
Iñaki IRIONDO | GASTEIZ
Prácticamente la totalidad de los medios de comunicación privados de la Comunidad Autónoma Vasca -sean de prensa, radio o televisión- están en manos de grupos y cadenas estatales cuya orientación editorial y política es abiertamente unionista y monolingüe en español. Y esto viene siendo así después de treinta años de Estatuto de Autonomía y de gobierno continuo del PNV.
Si bien las posibilidades de intervención en el terreno de los periódicos es limitada (aunque podrían analizarse las políticas de premio y castigo, boicots incluidos, en publicidad) y las competencias en televisión se reducen a la TDT local, la capacidad de Lakua para regular la concesión de emisoras de FM fue abiertamente desaprovechada. Si se observa el actual dial radiofónico, se comprobará que dos terceras partes de las 35 emisoras de FM legales (eran 36 y cerraron Egin Irratia) forman parte de cadenas estatales y abundan también otras emisoras comerciales sin licencia.
Las concesiones de FM del Gobierno de Lakua se realizaron en 1989, cuando Joseba Arregi ocupaba la cartera de Cultura, de acuerdo a un decreto y pliego de condiciones de 1986 que, visto hoy, el catedrático de la UPV y asesor del Ejecutivo autonómico, Ramón Zallo, considera que se redactó «con una ingenuidad pasmosa». A su entender, «la falta de concreción de requisitos tasados y la inexistencia de cuotas a cumplir en aquel bienintencionado decreto, no permitía una rescisión jurídicamente segura de las concesiones incumplidoras aunque ciertamente el espíritu de aquella norma (pluralismo, cultura, ciudadanía vasca...) saltó tempranamente en pedazos si se advierte la estructura resultante».
Sin embargo, aquella concesión de 1989 fue prorrogada en 2003 por la entonces consejera de Cultura, Miren Azkarate, aunque su capacidad de actuación se vio mediatizada por una argucia legal de ámbito estatal del Ejecutivo de José María Aznar. Por medio de una norma de acompañamiento a la Ley de Presupuestos en el Senado, el PP forzó la prórroga de todas las concesiones en todas las comunidades salvo -según denuncia Ramón Zallo- «un casi indemostrable `incumplimiento de alguna de las obligaciones esenciales de la concesión'».
Hoy por hoy, si se mira el dial de FM y se atiende a lo que puede ocurrir en el futuro más cercano con las emisoras de EiTB Euskadi Irratia y Radio Euskadi, se puede comprobar que -además de interesantes experiencias digitales como la de Info7- tan sólo queda Herri Irratia-Loiola Media como emisora con implantación en toda la CAV que escape del control de las cadenas estatales y mantenga la necesaria pluralidad tanto ideológica como lingüística.
«Equilibrio para triunfar»
En esta situación, a preguntas de GARA, un histórico de la radio como Mariano Ferrer comenta: «No sé si volveremos a aquellos años setenta y ochenta en que Herri Irratia se abrió camino como la voz de los sin voz. Espero que no. Pero al margen de lo que haga el nuevo gobierno, basta con lo que hacen ya la casi totalidad de emisoras para pensar que el comunicador que se plantee ser, no digo ya imparcial, sino meramente equilibrado tiene campo libre para triunfar».
En otros terrenos, como el de la prensa, la correlación de fuerzas no es mejor. Aunque se trate de un mercado regido por las normas del ámbito privado, tampoco se pueden olvidar ni los antecedentes -cuotas de ventas y penetración social obtenidos durante la dictadura- ni los desequilibrios originados por el reparto de la publicidad institucional.
En cualquier caso, también en este capítulo llama la atención la situación de debilidad en la que se encuentra el mundo abertzale, a pesar de los resortes económicos y de poder que su sector histórico e institucional -el PNV- ha manejado a lo largo de los últimos treinta años.
Iñaki González, ex director de «Deia» y hoy colaborador de diversos medios, señala al respecto que en el conjunto del nacionalismo vasco «hasta la fecha ha faltado un verdadero análisis sobre la función de los medios y el aspecto empresarial de los mismos. No se puede pretender competir a base de cuestaciones populares porque el voluntarismo es un ejercicio identitariamente defensivo pero incapaz de afrontar los costes reales de una competencia en términos de diversidad de oferta, calidad de contenidos y especialización de los profesionales, que es lo que requiere un proyecto mediático de garantías. Si algo puede haber faltado ha sido precisamente un criterio de inversión que apueste por la profesionalización asumiendo que esto tiene un coste».
«Criterio liberal del PNV»
Con una visión más general, no sólo referida a la prensa sino al conjunto de medios, Ramón Zallo sostiene que «en el tema del sistema comunicativo vasco el PNV nunca ha tenido proyecto, o, mejor dicho, incomprensiblemente ha tenido una posición liberal. Ha desaprovechado la oportunidad de reformar la ya vieja Ley de EiTB para democratizarla (consejo de administración independiente y decisorio, director general dependiente de un equipo y no un órgano unipersonal, consejo asesor de programación, consejo de informativos, derecho de acceso...), así como de poner en marcha un Consejo de la Comunicación Audiovisual que garantizara pluralismo y calidad en las radios y TDT locales y privadas, a pesar de que estaba en los dos últimos programas de gobierno».
En su opinión, «esto deja a todo el sistema comunicativo al albur de una nueva mayoría artificial que puede comportarse como una apisonadora si le viene en gana, desandando 25 años de enfoques bastante abiertos a la hora de la pluralidad, comparativamente a otros sistemas públicos».
Maquillado
Esta situación de casi monopolio «constitucionalista» se ha visto maquillada por la implantación y penetración social de una EiTB que, dirigida desde su creación por el PNV, mantiene en sus informativos un discurso próximo a dicha corriente del nacionalismo vasco, lo que acentúa y complementa con el peso de la información sobre instituciones hasta la fecha casi monopolizadas por los jeltzales. Además, en los debates y espacios de opinión hay una mayor pluralidad ideológica, aunque limitada en algunas líneas.
Sin embargo, con mayor o menor agresividad verbal, tanto el PSE como el PP -próxima mayoría parlamentaria y de gobierno en la CAV- han coincidido en anunciar rápidos cambios en la dirección, en la línea editorial, en la composición de las tertulias y en aspectos simbólicos que han caracterizado a EiTB.
A este respecto, Ramón Zallo mantiene la duda de hasta dónde querrá el PSE aceptar las presiones del PP para «montar una nueva Inquisición de temas y personas», lo que podría causarle problemas dentro del propio ente. Otra cuestión es que en lugar de por la brusquedad opte por «un sirimiri que con el tiempo empapa».
Zallo apunta que, si el cambio supone la introducción de la censura y la alteración de los mapas y la información de proximidad, «deslegitimarán y politizarán EiTB, y eso tendría sus termómetros automáticos: se pueden encontrar con bajadas de audiencia. La gente ya no lo vería como suyo».
En parecidos términos, Mariano Ferrer cree que los nuevos gobernantes «harán cambios, por supuesto en los `opinadores', pero no sé hasta qué punto van a poder cambiar la audiencia que esos medios tienen, por lo menos a corto, y se puede producir una falta de sintonía entre el medio y una audiencia acostumbrada a otra cosa, lo que podría hacer que una parte de su audiencia lo dejara de ver y escuchar sin que, en contrapartida, pudiera sumar un nuevo público. Cambiar la audiencia de un medio no es fácil».
De momento, da la impresión de que el nacionalismo vasco, y sobre todo el representado por el PNV, va a empezar a pagar los deberes no hechos durante los últimos treinta años.
El reparto que en 1989 hizo el Departamento de Cultura de Joseba Arregi concedió licencias a pequeñas empresas que después se las traspasaron a cadenas que no habían obtenido emisoras y limitó las emisiones de, por ejemplo, «Egin Irratia».
Una de las constataciones más llamativas que puede hacerse al comparar las audiencias de los medios de la CAV con la distribución ideológica que se observa tanto en las elecciones como en las encuestas es que ambas no coinciden. Mientras la mayoría de los medios mantienen una línea editorial de corte unionista, la sociedad es mayoritariamente abertzale.
Ramón Zallo señala que esto se debe a que, por un lado, el nacionalismo vasco no ha aprovechado todas las posibilidades que tenía en su mano y, por otra parte, a que los medios de ámbito estatal son muy potentes y cuentan, además, con el apoyo del Gobierno español, por ejemplo, en la distribución de las nuevas TDT.
Mariano Ferrer no lo atribuye todo a factores estructurales, sino que se fija también en las actuaciones individuales. «Tengo que pensar -apunta- que esa `mayoría' ejerce de tal en determinados aspectos de su vida, y no tanto en lo cotidiano; que les gustan más esos medios porque tienen un espectro más amplio de contenidos y protagonistas; porque así salen de lo que conocen ya suficientemente y, me temo, que también influye que el hecho de que los medios autóctonos sean en alguna manera bilingües es suficiente para que no se asomen a ellos los que no tienen acceso fácil al euskara».
Para Iñaki González, esa disfunción entre el mapa sociológico y el mediático «es un indicio de que la verdadera dimensión de los medios es inferior a la que nos otorgamos. Sugiere que la sociedad se alimenta de experiencias más amplias que las que aportan los medios de comunicación: de relaciones personales, de experiencias históricas y con una capacidad de abstracción que salvaguarda principios y criterios éticos de las corrientes de pensamiento más vinculadas a intereses ideológicos concretos». Y también encuentra otra explicación, que el producto que ofrecen los grandes medios «es bueno porque resulta útil a quien lo consume con independencia de quién se lo dé». Una reflexión que se entremezcla con otra sobre la capacidad de inversión.
Entre las leyes previstas en el programa de gobierno del tripartito para la pasada legislatura se encontraba una Ley de Comunicación Audiovisual y la creación del Consejo Audiovisual que, como recogían los trabajos avanzados por el Ejecutivo autonómico, contemplaban nuevas obligaciones para todas las televisiones locales y las emisoras de FM en relación con el euskara, contenidos mínimos de cultura vasca y de información de proximidad, límites para las emisiones en cadena...
Según Ramón Zallo, la redacción del nuevo proyecto se acabó en 2008, había pasado todos los trámites y tan sólo le faltaba la aprobación en el Consejo de Gobierno. Su no conclusión no se debió a obstáculos políticos, sino a la lentitud y deficiencias en su tramitación. El proyecto, en palabras de Zallo, «tiene una lógica compensatoria sobre el espectro vigente, trata especialmente bien a las radios comunitarias y a las que emiten sólo en euskara e implanta el sistema bilingüe para todas, dando un tiempo a las antiguas FM para adaptarse».
Además, en 2006 se había conseguido del Gobierno español la posibilidad de conceder otras 34 nuevas licencias de FM y se estaba a la espera de elaborar el decreto correspondiente para su reparto.