(...) El maquiavélico portavoz de la Conferencia Episcopal presenta la nueva campaña de los curas en contra de la modificación de la ley del aborto y vuelve a alejarse miles de años luz suplementarios de aquellas que deciden abortar. En el colmo del cretinismo, el señor Martínez Camino pone al mismo nivel a un bebé humano con una cría de lince ibérico. Lo mismo que comparar al rector de una diócesis cualquiera con un gorila, con un orangután. Tal vez por limitación del pensamiento, la comparación última tendría un pase. Pero estos alardes de marcianismo que practican los que mandan en la Iglesia llegan a asustar. ¿Que cada vez hay menos vocaciones? Como para entrar en esa secta. Me río yo de las Doce Tribus y otros montajes para eliminar del individuo los poderes de raciocinio y crítica. La dulzura de la cara de Andrés, el niño que ha recibido la sangre-vida de su hermano Javier en Sevilla contrasta hasta el infinito con la negrura insoportable de la sotana-traje de Martínez Camino. De una persona que cobra por predicar en el desierto y que puede permitirse el lujo de decir a las personas lo que deben o no deben hacer. Siempre he defendido que la Iglesia vive del cuento. De un cuento que se inventó un gran periodista de la época, y cuya prédica ha conseguido llegar hasta nuestros días a base de explotar el fenómeno del miedo. Miedo a la muerte, miedo a la soledad, miedo a tomar decisiones contrarias a lo convenido. La metáfora del rebaño conducido por el pastor es de lo mejorcito que se ha podido leer en la Biblia. Eso es lo que defienden los de la sotana. Y contra esa tortura convendría rebelarse ya y de manera organizada.