«Ronnie» Seibutis o la demostración de que no hay manera de detener un terremoto
Con 23 años, tiene de todo en la mochila: capaz de explotar en la liga lituana en el humilde Sakalai Vilnius, de meter los puntos decisivos para dar a su país el oro del mundial sub 21, de ser drafteado... y casi olvidado por una hernia discal. «Ronnie» Seibutis vuelve a reír en Bilbo.
Pablo MALO DE MOLINA
Es un terremoto en la cancha. Gesticula, grita, habla, lamenta, celebra... «Necesito conectar con los aficionados, el público es parte del partido y necesitamos su ayuda para ganar. En Bilbo nos ayudan mucho y me siento muy respaldado con su apoyo». Cada paso de «Ronnie» Seibutis es un temblor. Tal vez por eso, aunque sus números no sean un escándalo -siete puntos en 18 minutos por partido-, el escolta de Palanga ha logrado hacerse un hueco en la rotación de Txus Vidorreta, y otro tanto en los corazones de la afición de Bilbao Basket.
En su debut europeo, los hombres de negro han llegado hasta la última fase de la Eurocup, la Final Eight que arranca mañana en Turín. Su rival en cuartos, el viernes a partir de las 21.00, será el KK Zadar croata, ex equipo de Marco Banic. No será nada fácil pasar a semifinales, aunque los de Vidorreta juegan con la ventaja de presentarse sin presión en la cita italiana. La vitola de favoritos recae en otros conjuntos. Luego llegará el sprint final para tratar de meterse en los play-offs ligueros, objetivo complicado.
Ningún esfuerzo será excesivo para el hiperactivo e incansable Seibutis. «No había equipo de baloncesto en Palanga y durante dos años tuve que recorrer todos los días 30 kilómetros para entrenar. Al final, el entrenador montó un equipo y fue alcanzando nivel hasta que en mi último año junior ganamos el campeonato nacional. Fue increíble», explica Seibutis, que desde niño disfrutaba del baloncesto: «Me levantaba pensando en él, jugaba y me divertía».
Desde siempre Seibutis demostraba que no hay manera de parar un terremoto. «Debuté en la liga lituana con el Sakalai Vilnius porque me dijeron que podría jugar; no me preocupaba el dinero, sólo jugar».
Del cielo al olvido de las lesiones
Con 19 años, Seibutis promedió 7 puntos en la liga lituana. Nada hacía presagiar lo que iba a pasar la campaña siguiente: 18,2 puntos, 3,6 rebotes y 2,1 asistencias en una demostración de talento que le hizo saltar a la fama. Pero antes, llegó la ansiada oportunidad de debutar con su selección.
Fue en el Europeo Sub20 y junto a talentos como Maciulis, Kalnietis o Jomantas... pero él era la estrella: 17,4 puntos y medalla de plata. No obstante, lo mejor estaba por llegar: unas semanas más tarde, se jugaba el Mundial Sub21 en Argentina. Seibutis se multiplicó y acabó con honores: MVP y héroe absoluto, al anotar los dos tiros libres que, con el reloj a cero, daban el título a Lituania en la final ante Grecia. «Había soñado con esos tiros libres la noche anterior y sucedió. Los anoté y fuimos campeones, fue un momento mágico».
«Ronnie» ya estaba en el mapa del baloncesto europeo y su nombre, bien subrayado. Era el momento de cambiar de aires. «No sé cuántos equipos se interesaron, pero lo tuve claro: el Olympiacos, donde estaba entrenando Jonas Kazlauskas. Fue un salto importante, en unos meses todo había cambiado para mí... pero no fue cosa de un año, sino del trabajo de toda una vida», remarca.
En Grecia, en una plantilla llena de estrellas y de urgencias, promedió ocho puntos por partido. Los cambios de entrenador lo llevaron a una cesión en el Maroussi en la temporada 2006/07. Con 12,3 puntos por choque y el aval de haber sido elegido en el Draft de la NBA en 2007 (nº50), volvía al Olympiacos dispuesto a dar un nuevo paso en su carrera... pero entonces todo se torció.
Una grave lesión de espalda apartó a Seibutis de las canchas la temporada 2007/08. «Las lesiones son parte del baloncesto y he de luchar contra ellas. Es muy duro asumir que tienes 22 años y te han de operar de la espalda, que vas a estar mucho tiempo sin jugar, pero hay que vivir con ello», dice.
Tras recuperarse parecía que ficharía por el Cajasol, pero no pasó el reconocimiento médico. «Ronnie» se sentía «preparado para jugar» y siguió insistiendo hasta que le llegó la oportunidad desde Bilbo; pruebas y más pruebas y un «apto» que supo a gloria. «El año pasado no pude disputar apenas partidos y necesitaba una oportunidad de probar que podía jugar». Y el esfuerzo da sus frutos: no se ha perdido ningún partido y su rendimiento es creciente. Una vez más, ¿cómo parar un terremoto?