Naufragio frente a las costas libias
El Mediterráneo se traga los sueños de más de doscientos emigrantes
Más de doscientos emigrantes se encuentran desaparecidos frente a las costas de Libia, después de que el barco en el que viajaban naufragara como consecuencia de los fuertes vientos y la sobrecarga. Las autoridades libias recuperaron los cadáveres de 21 personas y rescataron con vida a otras 23. Dos embarcaciones más partieron el sábado desde Libia hacia Europa. Una cuarta, con 350 personas a bordo, fue rescatada cuando se encontraba en dificultades.
GARA | TRÍPOLI
Al menos 214 emigrantes siguen desaparecidos en el mar, con muy escasas esperanzas de aparecer con vida, y otros 21 han sido ya encontrados muertos tras el naufragio de una vieja embarcación pesquera de madera con la que pretendían llegar a Italia desde las costas libias. El mal estado de la mar, los fuertes vientos y la sobrecarga de la nave provocaron el naufragio.
Según informó a Efe el jefe de la delegación de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en Trípoli, Laurence Hart, en el barco de dos niveles, con capacidad para 50 pasajeros, se apiñaban 257 emigrantes procedentes de diferentes países de Asia, África del norte y subsahariana. Entre los ocupantes, precisó Hart, había indios, paquistaníes, bangladeshíes, somalíes, eritreos, egipcios, tunecinos, argelinos y de otras nacionalidades.
Los guardacostas libios hallaron los cadáveres de 21 de ellos y consiguieron rescatar con vida a entre 21 y 23 personas, pero se desconoce la suerte del resto de los náufragos, cuyas posibilidades de haber sobrevivido son ínfimas. Según el testimonio de los supervivientes, más de 300 «sin papeles» se habrían embarcado en tres barcos la noche del sábado en una playa cercana a la capital libia.
La embarcación zozobró a unas 50 millas marinas al oeste de Trípoli, por lo que se excluye la posibilidad de que los emigrantes hubieran podido alcanzar la costa a nado, según fuentes libias.
Hart explicó que es «muy incierta» la eventualidad de que aparezca algún náufrago con vida y añadió que las operaciones de rescate de los guardacostas libios han concluido.
Los guardacostas libios perdieron el rastro de otros dos barcos que fueron avistados en la zona, aunque se desconoce si se trataba de embarcaciones de pesca o de transporte de emigrantes en situación irregular.
Además, otro barco de madera, con 356 personas a bordo, estuvo a punto de naufragar el lunes frente a las costas de Al-Bouri, cerca de Trípoli. Fue avistado en dificultades desde una plataforma petrolífera, cuyos trabajadores dieron aviso a los guardacostas libios, lo que facilitó su rescate. Un remolcador italiano que realiza tareas de asistencia a las plataformas ubicadas frente a las costas libias rescató a sus ocupantes, con ayuda de tres unidades de la guardia costera libia, y los trasladó a puerto.
Hasta 2006, el principal destino de este tipo de inmigración era Canarias por la ruta del Atlántico, pero ante el refuerzo del control en el Estrecho de Gibraltar y en el oeste del Magreb, las costas libias se han convertido en los últimos años en el principal punto de partida de los «sin papeles» que tratan de alcanzar las costas europeas.
Miles de ciudadanos del África subsahariana llegan a Libia tras atravesar el desierto del Sahara y sobreviven como pueden en el país magrebí antes de intentar cruzar el Mediterráneo. Algunos mueren deshidratados en el desierto antes de poder llegar a las ciudades de la costa libia.
Tunecinos, argelinos, egipcios y ciudadanos de países asiáticos trabajan en Libia durante meses para poder pagar el coste de la travesía al otro lado del mar. Se calcula que hay entre 1 y 1,5 millones de inmigrantes en situación irregular en Libia, de los cuales una minoría intenta llegar a Europa.
«Las mafias encuentran siempre la manera de esquivar las barreras y no dudan en hacer pasar a sus víctimas por lugares cada vez más peligrosos», explicó Ron Redmon, portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Según comentó, «la ausencia de gestión del movimiento migratorio con fines laborales, sean trabajadores temporales o a más largo plazo, hace que las mafias saquen provecho de la desesperación de la gente que migra por necesidad y no por elección».
Libia, gendarme de Italia
El Gobierno italiano dijo ayer que espera que Libia respete el acuerdo sobre inmigración firmado entre ambos estados el 5 de febrero, que contempla patrullas costeras conjuntas para evitar el fenómeno de la inmigración irregular masiva que embarca hacia las costas de Italia, y que empezarán a funcionar el 15 de mayo.
El ministro italiano de Interior, Roberto Maroni, afirmó el lunes que ese día se pondrá fin a la «inmigración clandestina» procedente de Libia. Mientras, «seguiremos pidiendo a las autoridades libias que intensifiquen los controles», añadió.
Ayer manifestó que «el control de las aguas es siempre una cuestión muy difícil, pero las patrullas podrán actuar para disuadir la actividad de los traficantes de seres humanos».
La mayoría de los inmigrantes africanos que llegan a Italia, principalmente a la isla de Lampedusa, por mar embarcan en la costa de Libia. Cerca de 37.000 personas llegaron en 2008 a Italia, un 75% más que en 2007, según el Ministerio de Interior.
Precio a pagar
En relación a esta última tragedia relacionada con la inmigración, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) afirmó que las más de doscientas muertes conocidas ayer son «el precio que Europa hace pagar por el cierre y la externalización de fronteras» a quienes intentan huir de la pobreza o las violaciones de derechos humanos. la CEAR instó a la Unión Europea a dejar de eludir su responsabilidad y a dejar de atribuir estos dramas «exclusivamente a las mafias o a supuestas políticas de efecto llamada».
El secretario general del Consejo de Europa, Terry Davis, por su parte, pidió a los gobiernos que ayuden, pese a la actual crisis, a «crear oportunidades económicas en los países de origen de los emigrantes» para evitar tragedias como la ocurrida frente a las costas libias.
La crisis económica mundial puede favorecer nuevas tragedias de la emigración irregular, según el portavoz del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Ron Redmon, quien advirtió de que «vamos a ver más de estas situaciones con el colapso de la economía. No creo que esto vaya a detenerse próximamente».
El portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Jean-Phillipe Chauzy, recalcó que este fenómeno se reforzará por la caída de los volúmenes de remesas y del precio de las materias primas agrícolas, cuyas exportaciones son la principal fuente de ingresos para numerosos países africanos.
Agregó que la crisis mundial está reforzando en Europa políticas laborales que dan preferencia a los trabajadores nacionales, de modo que «la puerta que estaba ligeramente entreabierta para la inmigración ahora está cerrándose». Sin embargo, pronosticó que eso no detendrá la inmigración irregular y hasta puede aumentar sus flujos.
Por su parte, el responsable del ACNUR, Antonio Guterres, declaró que la tragedia de ayer constata un «fenómeno global» que lleva a las personas a «tomar medidas desesperadas para escapar del conflicto, la persecución y la pobreza».
Es la cifra registrada en la frontera sur de la UE desde 1988. Pero nadie sabe la cifra real de inmigrantes y refugiados «fantasma» que han muerto en su viaje en Sahara, Atlántico y Mediterráneo.
Los dos cayucos que ayer fueron interceptados cuando estaban a 1,8 millas de la isla canaria de El Hierro estaban ocupados por 121 personas. Entre el domingo y el lunes, 650 inmigrantes de origen africano llegaron a Lampedusa a bordo de tres barcazas, en las que viajaban hacinados y en condiciones infrahumanas.
En su visita a Trípoli el pasado mes de febrero, la comisaria europea de Exteriores anunció que la UE otorgará veinte millones de euros a Libia «para luchar contra la inmigración africana».