Raimundo Fitero
Quinteto
Las ceremonias de cambio de los titulares de las carteras en los ministerios forma parte de un ritual que se hace en honor del santísimo Cinismo. Quienes pasan a una vida fuera de los focos, pese a tener una paga por un tiempo suficiente como para no sufrir ni una pizca de depresión ni angustia económica, entran un síndrome devastador: su móvil solamente suena para pedirles explicaciones de algunos asuntos de su antigua misión sin terminar, y los que hasta ese momento eran sus amigos más cercanos buscan rápidamente el cobijo del nuevo árbol.
Cinco cambios parecen muchos, si se tiene en cuenta que no hace mucho más de un año de que se formó este gobierno y que a la vista de algunas de las opciones tomadas, ZP ha quemado casi todas sus naves. Ha metido gran parte de su reserva de energía política para intentar salir de un atasco monumental. Por la parte que nos toca, nos parece bien que Ángel Gabilondo tenga cartera con borrón en su enunciado, al menos es un metafísico y en Educación puede hacer falta muchos de su conocimientos para explicar Bolonia y para compaginar los territorios con transferencias totales, al igual que en Cultura, que hemos ganado en el sentido de que la recién nombrada es bastante más simpática, viene de la creación y no parece, de momento, tener tanta amargura acumulada como el sustituido poeta de la gestión desestructurada. Su postura sobre la piratería le va atraer muchos problemas.
Lo que decaí es que en algunos casos se nota que los salientes están contentos. Llevaban tiempo sufriendo, como Bernat Soria, un científico metido a discutir con los trileros de la reacción del nacional catolicismo español sobre las células madres. O Pedro Solbes, emocionado, pero que se ha tirado cuarenta años viviendo estupendamente de los presupuestos generales. Se ha ido Magdalena Álvarez, que tantos artículos nos ha proporcionado con su manera de ser, de expresarse, con su aparente superficialidad. Han cambiado a un quinteto, a algunos como Chaves lo tenemos demasiado visto y a Trinidad Jiménez, ni les cuento. Han puesto a Pepiño Blanco para gastar dinero. No cabe duda, tenemos material para echar unas risas. Por no llorar.