La esperanza de hallar más supervivientes del violento terremoto que provocó al menos 272 muertos, 16 de ellos niños, en el centro de Italia se desvanecía ayer, mientras el primer ministro, Silvio Berlusconi, hacía referencia a los proyectos de reconstrucción de la zona devastada.

El último balance del seísmo es de 272 muertos y más de cien heridos graves, según explicó Berlusconi. El lunes, día en el que se registró el seísmo, señaló, tras sobrevolar la zona en helicóptero, que esperaba que «el número de muertos no alcanzase el millar».

Los familiares de los desaparecidos, mientras, continuaban alrededor de las ruinas de los edificios derrumbados, como la Casa del Estudiante de L'Aquila. Contra toda lógica, esperaban el milagro de que se encontrase a sus allegados con vida.

«La esperanza es lo último que se pierde. ¿Pero qué podemos esperar? El inmueble se ha hundido completamente», relata el tío de un joven que ha sido declarado desaparecido, mientras, al lado, una mujer vestida de negro se desmaya.

Uno de los bomberos le acaba de pedir una foto de sus familiares desaparecidos para identificar un cuerpo que acaban de recuperar. La tensión se convierte en insoportable.

Francesco Danese, un amigo de la familia de la estudiante encontrada muerta señalaba estoico: «lo peor ha llegado, ha fallecido».

La prensa italiana dedicó ayer sus páginas al «milagro de Eleanora», una estudiante de 21 años que fue encontrada viva tras pasar 42 horas bajo los escombros. Es el clavo ardiendo al que tratan de agarrarse quienes todavía tienen algún allegado bajo las ruinas.

Quienes han perdido su casa o ésts ha quedado en condiciones inhabitables permanecían en las 3.500 tiendas de campaña instaladas en la zona de la catástrofe.

«Esta es la primera noche en la que he podido descansar un poco. Tenía mantas», explicaba resignado Massimo Battista, de 40 años, uno de los miles de refugiados de estos campos.

«¿El frío? Después de dos días, ya me he acostumbrado», añadía.

Los que también tuvieron que ser evacuados fueron los 140 presos de la cárcel de L'Aquila, después de que la réplica de 5,3 grados en la escala de Richter que se registró en la tarde del martes dañara aún más el precario estado de la prisión en la que se encontraban.

Dos personas fueron detenidas ayer en la aldea de Onna, próxima a L'Aquila y una de las más afectadas por el terremoto, con un botín de 80.000 euros producto del pillaje. Berlusconi anunció que se creará un nueva figura delictiva en el Código Penal para castigar estas prácticas «con la mayor dureza posible».