Más de diez millones de ecuatorianos están llamados a votar en las elecciones presidenciales de hoy, en las que está en juego el futuro de la «Revolución Ciudadana» del presidente, Rafael Correa. Los sondeos le daban una holgada victoria, por lo que, de cumplirse los pronósticos, no habría una segunda vuelta, prevista para el 14 de junio.

Durante el cierre de campaña el pasado jueves, aseguró que estos comicios serán «el funeral de la partidocracia» e incidió en que sobre la mesa hay dos opciones: «una alternativa socialista entregada a la ciudadanía o el sistema político tradicional que llevó a Ecuador a la ruina».

Desde su llegada al poder en enero de 2007, Correa, economista de formación, ha puesto en marcha un amplio paquete de ayudas económicas para que los menos favorecidos puedan tener acceso a la vivienda, a la compra de material escolar y uniformes. Asimismo, ha impuesto la gratuidad de los servicios sanitarios y en sólo dos años ha multiplicado por ocho el gasto público.

Con el fin de «restaurar la soberanía», ha exigido a las compañías petroleras que paguen más impuestos.

En este periodo ha roto relaciones con Colombia por el bombardeo en territorio ecuatoriano de un campamento de las FARC. En el ataque murieron el portavoz internacional de la guerrilla colombiana, Raúl Reyes, y una veintena de personas, entre ellas, varios estudiantes mexicanos.

Con Estados Unidos también ha tenido sus más y sus menos al anunciar que no iba a renovar la licencia de la base estratégica de Manta, en el Pacífico.

En setiembre de 2008, logró un fuerte respaldo al aprobarse en referéndum la reforma de la Constitución.

En diciembre, se negó a seguir pagando la deuda exterior al considerar que fue adquirida de manera irregular.

A lo largo de la campaña, el color verde del Movimiento Patria Altiva y Soberana de Correa ha imperado en las poblaciones con menos recursos. El Valle de los Chillos, a las puertas de Quito, es una de ellas. De forma casi unánime, sus habitantes subrayan que el presidente debe seguir gobernando para «continuar luchando por los pobres». «La diferencia entre ser pobre y menos pobre la marca Correa», comentan Rosa y Lorena, dos campesinas para quienes la ayuda del Gobierno ha supuesto un alivio. Al mes reciben 30 dólares, una importante cantidad teniendo en cuenta que el 38% de los 14 millones de habitantes vive con menos de un dólar al día.