Marcos Roitman Rosenmann Doctor en sociología
¿Qué pasa con «Las venas abiertas de América Latina»?
Roitman critica que la anécdota -la entrega de un libro- sea noticia mientras se oculta lo que de verdad afecta a los americanos. Incluidos los ciudadanos de países con gobiernos de izquierda, como es el caso de la persecución de las abortistas en Nicaragua, la represión de Bachelet contra los mapuches, la matanza de campesinos a manos del Gobierno de Uribe, el asedio a los zapatistas, la presión del Gobierno de Lula contra el movimiento de los sin tierra o la corrupción en Argentina. Ni qué decir si miramos a la reacción de los oligarcas coloniales.
No entiendo el revuelo causado tras la donación del presidente de la República Bolivariana de Venezuela a su homónimo estadounidense del ensayo «Las venas abiertas de América Latina». Dicho gesto está derramando más tinta informativa que la persecución por parte del gobierno de Daniel Ortega a las mujeres que abortan, que las políticas represivas de la presidenta Bachelet a las comunidades mapuches, que las matanzas de campesinos a manos del gobierno de Álvaro Uribe o el asedio a las comunidades zapatistas por parte del gobierno de Felipe Calderón en Chiapas. Sin olvidar el silencio mediático a las acciones del gobierno de Lula contra el movimiento de los «sin tierra» o la entrega de la selva Amazónica a las trasnacionales. Y qué decir del enmudecimiento al elevado nivel de corrupción del gobierno de Cristina Kichner en Argentina.
La sociedad del espectáculo prefiere la farándula. Se apegan a lo fácil y lo superficial. Acertado o no el regalo, quien debe opinar, tras su lectura, es el agasajado. O acaso, preferían que le entregase una edición de las «Obras completas de Simón Bolívar» o «Francisco de Miranda». Tal vez debía inclinarse por Howard Zinn y su famosa «La otra historia de los Estados Unidos». No, en su fuero interno, el presidente venezolano optó por «Las venas abiertas de América Latina», una entre otras muchas. Sin duda, hubo quienes le aconsejarían haber pensado en «Nuestra América», de José Martí, o «Cien años de Soledad», de Gabriel García Márquez, o «Doña Bárbara», por hacer patria. Las posibilidades eran múltiples.
En cualquier caso, para los representantes de los medios de información pertenecientes a los grandes monopolios informativos, la noticia estaba en el gesto y su protagonista, el presidente Chávez. Una vez acotado el autor del gesto, lo siguiente venía rodado. Haga lo que haga, siempre lo hará mal y será un acto vulgar y caricaturesco. Es la lógica esquizofrénica del doble vínculo, propio de la siquiatría clínica aplicada a la crítica política. Ante dos opciones, sea cual sea la elegida, el hacedor será siempre cuestionado por elegir la opción equivocada. Forma parte de una construcción paradójica y ofrece la posibilidad para deslegitimar la decisión. En este caso, sólo ha faltado mencionar que no contento con elegir mal, su arrogancia le hizo olvidar que Obama no lee en castellano. Un doble insulto. Debía haberse informado y optar por la versión en lengua inglesa.
Sin embargo, saltándose el protocolo, tuvo el descaro de darle la mano y ofrecer el tan traído ensayo. A continuación se urden estratagemas interpretativas de diván sicoanalítico para explicar el motivo secreto de tal acto. ¿Qué esconde la intención? ¿Pretende lavar el cerebro de Obama?
Al día siguiente de dar la noticia, muchos se apresuraron a comprar el susodicho titulo, disparándose sus ventas. Seguramente Eduardo Galeano recuerda hoy con cierta nostalgia de autor, al final de la campaña del PSOE, en medio del discurso compulsivo de Javier Solana contra la OTAN, su presencia en la Plaza Mayor de Madrid, apoyado en los soportales, con una mesa plegable, vendiendo «Las venas abiertas». Pocos lo reconocimos. Hoy deberá estar pendiente para que no le esquilmen sus derechos de autor. La historia no olvida.
Sin embargo, el gesto del presidente Chávez se torna un factor más, en manos de sus detractores, para desacreditar a la República Bolivariana y su presidente. Así, se emprende una diatriba contra su política interna entre los cuales podemos destacar los programas de vivienda social, educación, salud popular y de participación en el proceso de toma de decisiones en políticas públicas antes reservadas a la clase política. Es un populista y un caudillo, se dirá. Igualmente, se arremete contra su acción exterior. Se busca deslegitimar su política en América latina. Desde el proyecto de la Alba, la creación de un banco regional y adopción de una moneda única, el Sucre, pasando por sus denuncias contra el bloqueo hacia Cuba o su defensa al gobierno constitucional de Evo Morales.
Hay muchos que ven en sus palabras y actos un obstáculo para seguir esquilmando las riquezas naturales y vivir como auténticos plutócratas, en medio de la miseria y la explotación de sus connacionales. En este sentido, no les gusta su empeño en promover una América Latina soberana en el terreno internacional. Es por este motivo y no otro que atacan a su persona y sus actos, sea cual sea su índole. Puede ser desde un regalo, cantar en una fiesta, dar el pitido inicial a un partido de fútbol o béisbol. Todo se puede utilizar en su contra y sirve para tal propósito. En este caso ha sido un libro, el contenido y su autor es lo de menos. Otro hubiese sido igualmente útil para la ocasión.
Seguramente «Las venas abiertas de América Latina» resume de forma épica las luchas de los pueblos latinoamericanos y ninguno de los hechos relatados es falso. Recoge fielmente algunos de los momentos degradantes de la actuación del imperialismo y las clases dominantes de nuestro continente, a la par que expone con dolor, en ocasiones con frustración, las luchas de las clases oprimidas por la dignidad, la democracia y la justicia social. Estoy convencido de que ha sido esta manera de presentar la historia desde abajo lo que más irrita a sus detractores. Ello pone en evidencia cómo son y como se comportan las oligarquías y aristocracias latinoamericanas, junto con sus socios europeos y de Estados Unidos. Se sienten insultados.
En España, sin ir más lejos, el corresponsal para la cumbre de Trinidad y Tobago, Antonio Caño, opta por descalificar la obra al adjetivarla de calenturienta, maniquea, izquierdista, poco rigurosa y falta de objetividad. Opinión a la cual se sumarían tertulianos adscritos a las cadenas de radio y televisión, públicas y privadas. Así, un sin número de personajes de la farándula política decidieron aplicar la inquisición y dar puyas a su autor. Los detractores del gesto del presidente de la República Bolivariana de Venezuela encuadran «Las venas abiertas» en una visión esquemática proveniente de una generación de revolucionarios anticapitalistas llena de rencor hacia Occidente y su cultura. Hoy recogen su relevo antisistémicos y globalofóbicos. Hugo Chávez recoge el testigo, siendo el verdadero motivo para regalarlo al mayor representante de la democracia, la libertad y el respeto a los derechos humanos en el mundo. ¿Tal vez buscaba su reconversión? Todo es posible. Aun así, «Las venas abiertas de América Latina» tiene vida propia. No deja de alertar sobre lo estúpido de guardar silencio ante tanta ignominia.
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