Ha muerto el donostiarra Javier Ortiz, tertuliano de «Pásalo», y el simple recuerdo de estas apariciones en este espacio tan anclado en un territorio televisivo tan marcadamente amorfo, me duele. Lo cierto es que es impropio traer a este periodista a su obituario por este tramo de su vida profesional y no por sus libros, sus columnas, su pensamiento, su profesionalidad, sus, aventuras editoriales. Hasta por su amistad. Me queda la palabra prestada, la admiración, el recuerdo y la fiel discrepancia.

Que dos países que dicen ser estados de derecho, una república y un reino, coloquen en las portadas de sus medios de comunicación el culo de dos mujeres consortes, viene a explicar que la decadencia no es una noción sino un asunto tangible. El espectáculo disolvente emprendido por las televisiones, las radios, los periódicos con esta visita ha llegado hasta el límite de lo imaginable. A partir de ahora que nadie tire ni la primera ni la última piedra contra los tomates, las norias o las patiños, todo se ha banalizado hasta tal punto que lo único importante es el vestuario de Carla o la prótesis de popa de la periodista. Si faltaba poco para desprestigiar de manera total a los políticos y los periodistas, de una tacada se ha llegado a un punto de inflexión de difícil retorno. En una retransmisión de uno de los actos del presidente francés había una cámara siguiendo los detalles de su relación, de sus contactos cariñosos con las manos. Algo realmente indecente, impropio, fuera de protocolo. Y estas imágenes en directo las ofrecían en una cadena que asegura emite información las veinticuatro horas.

Para completar este día primaveralmente convulso, resulta que Mercedes Milá huele el fracaso de «La Tribu» y se ha tirado de la moto en marcha. Se va «amigablemente» según la productora, pero prefiere ver a su amigo hundirse en sus deslices hacia la información política, es decir hacia el corazón, la cosmética y la vida privada de todos los que, se supone, pueden aportar audiencia. Los motivos reales para esta espantada se entenderán en las próximas semanas. Desde el primer momento se intuyó la incompatibilidad. De caracteres y de jerarquía.