Helen Groome Geógrafa
Nueva cocina vasca
Queda por ver si el nuevo Gobierno Vasco seguirá anteponiendo el lucro económico de las empresas de catering a los objetivos que deberían primar en un comedor escolar: alimentación equilibrada, sana y adaptada a las necesidades de cada edad de alumnado
Echando un vistazo al menú se veía que el segundo plato anunciado para el lunes era «pollo con chips». Interesante empleo de la palabra chips. Como inglesa de toda la vida, cuando veo la palabra chips en ese contexto, pienso en unas patatas peladas en la cocina y fritas en un sartén con el mejor aceite posible. Pero la sorpresa vino cuando se sirvió el «pollo con chips», al ver que las últimas eran unas patatas fritas de bolsa echadas en una fuente. Ni mención en el menú de las grasas, conservantes y aditivos adicionales que se iban a ingerir.
El martes el menú anunció redondo, y en un gran esfuerzo de adaptar la cocina vasca a conceptos minimalistas, las lonchas de carne podían haber servido como posavasos (pero si nos referimos a grosor, tampoco servirían para eso). Una comensal pidió repetir, pero no fue posible.
El miércoles se repartió una nota a comensales habituales acerca de los problemas causados por una fisura en el quemador de la marmita del comedor, por lo que se informaba que ante la imposibilidad de elaborar comida en la propia cocina se emplearía un servicio de catering con comida precocinada durante unos días.
El lunes de la semana siguiente se seguía con el servicio de catering que, sin embargo, no funcionó correctamente, sino que los platos precocinados llegaron tarde, por lo que las personas que habitualmente comían en el primer turno del comedor tuvieron que esperar largo rato antes de poder comer.
Todo esto en un restaurante cualquiera supondría la pérdida del respeto y confianza de la clientela y probablemente la búsqueda de un comedor alternativo. Pero estos son ejemplos de qué esta ocurriendo en un comedor de colegio público bajo responsabilidad del Gobierno Vasco, en el sistema que el mismo Gobierno Vasco (saliente) ha impuesto por encima de los deseos de padres y madres en unos cuantos centros escolares en una muy democrática apuesta por el «esto o nada».
Esta nueva cocina vasca supone que nuestros hijos e hijas aumentan las veces en que comen «paquetes» de patatas fritas, algo que pediatras, nutricionistas y personal médico están desaconsejando. Supone no tener certeza de qué van a comer a la hora debida, porque en casi todos los casos la fuente de la comida pre-preparada está físicamente muy alejada de los centros de educación. Supone que la cuantía de comida servida se minimiza todo lo posible hasta el punto de que el alumnado está incumpliendo sistemáticamente la prohibición de sacar pan del comedor, pero lo hacen para aliviar el hambre que siguen teniendo después de comer en el comedor escolar.
Solamente queda por ver si el nuevo Gobierno Vasco seguirá anteponiendo el lucro económico de las empresas de catering a los objetivos que deberían primar en un comedor escolar: alimentación equilibrada, sana y adaptada a las necesidades de cada edad de alumnado, de fuentes sustentables y en coherencia con lo que el alumnado aprende en cuanto a qué y cómo comer y de qué tipo de producción agraria.