CRíTICA cine
«Génova» La madre intuida
Koldo LANDALUZE
El prolífico e inclasificable Michael Winterbottom vuelve a mostrar su predilección por los cambios temáticos en esta su nueva propuesta-reto: un puntilloso y cuidado retrato emocional en el cual asistimos al progresivo deterioro de una familia sacudida por la muerte de la madre. Al igual que Nanni Moretti en “La habitación del hijo”, Winterbottom apuesta por un modelo cinematográfico que huye en todo momento del trazo grueso a la hora de adentrarse en las interioridades sentimentales del clan protagonista. Sin estridencias –quizás, a ratos, demasiado comedido–, el cineasta británico perfila con mucho respeto cada una de las personalidades que habitan esta película íntima que arranca con un excelente prólogo que obliga al espectador a colocarse en la dolorosa tesitura del testigo que intuye la inminencia de una tragedia. Tras este detonante dramático, el filme dedica un espacio propio a cada uno de los tres “supervivientes” y dota al conjunto de una coherencia argumental reforzada por la labor interpretativa del cuarteto protagonista.
La mirada de un Colin Firth con la brújula emocional estropeada y obligado a retomar el rumbo de una familia que navega a la deriva, revela el dolor silenciado que se intuye al doblar cada una de las esquinas que componen las laberínticas callejas medievales de una Génova transformada en una protagonista más de este paseo fantasmal brillantemente fotografiado por Marcel Zyskind.
La constante rememoración de la madre muerta adquiere su dimensión verdadera en los dibujos de su hija más pequeña y en el despertar a la vida que protagoniza su primera hija la cual está obligada a afrontar la dolorosa etapa que simboliza el adiós definitivo a la infancia. Para rubricar el apartado interpretativo, merece ser destacada la complicidad que se establece entre Firth y Catherine Keener. Ambos dotan de sentido y profundidad la inalterable linealidad de este drama sensible y perturbador.