Memoria histórica, apagones y un culebrón fallido en Cannes
El anuncio por Pedro Almodóvar de que rodará una película sobre la Guerra Civil española, después del pase recibido de forma no muy acalorada por la crítica de «Los abrazos rotos» en el Festival Cannes, marcó una jornada en la que hubo de todo, hasta apagones.
GARA | CANNES
Después de tres meses en las carteleras del Estado español, «Los abrazos rotos» revivió ayer en Cannes como una metáfora sobre la recuperación de la memoria histórica escondida bajo un melodrama de tintes de cine negro. Esta nueva versión la había guardado el cineasta manchego para sí. «No me habíais preguntado nunca por ello, pero yo quería decirlo», explicó. «Es una metáfora que no está clara, está dentro de mis intenciones y si no la digo no se sabe. Lo que ocurre es que no encontré un hueco para que en la película se expresara de un modo explícito». Las dos identidades que el personaje principal de su película adopta -Mateo Blanco y Harry Caine-, explicó, pueden interpretarse como un país que huye de su propio pasado, pero que finalmente tiene que enfrentarse a sí mismo.
Por otra parte, anunció que hará una película sobre la Guerra Civil española, inspirada en la vida del poeta salmantino Marcos Ana, preso en una cárcel franquista durante 25 años. «Salió con 42 y había entrado con 16, le tocó la guerra de adolescente», dijo Almodóvar, quien aseguró que en este film «no habrá tiros, ni contienda; se hablará de otras cosas, de seres que ahora viven y que, en ese momento, eran muy jóvenes».
La primera proyección de «Los abrazos rotos», que compite en la sección oficial, fue recibida con división de opiniones y no mucho entusiasmo. En una jornada reivindicativa también en lo laboral, por las protestas de los trabajadores de gas y electricidad de la región -hubo cortes de luz en algunas películas y en la zona de la Croisette- tampoco convenció el italiano Marco Bellocchio, quien compite por sexta vez, en esta ocasión con «Vincere», un melodrama que vira hacia el culebrón histórico. «Vincere», que hace suyo el tono propagandístico y monumental que marcó la política de comunicación de Benito Mussolinni, cosechó en Cannes aplausos de cortesía para un veterano director que no estuvo a la altura del nivel general de su filmografía.
Desde «Las manos en los bolsillos» (1965) hasta «Buenos días, noche» (2005), Bellocchio se ha caracterizado por un cine con más fuerza y sensibilidad, pero en «Vincere», a pesar de la grandeza del título, su celuloide se acartona. Para retratar al dictador, Bellocchio adopta la mirada de su primera esposa, Ida Dalser, a la que da vida Giovanna Mezzogiorno. Dalser luchó a lo largo de su vida por demostrar que había estado casada con Mussolini antes de que éste ascendiera al poder y que, asimismo, su hijo era el primogénito del dictador.
Los hermanos Jean Pierre y Luc Dardenne, Palma de Oro por partida doble, revelaron ayer sus secretos de artesanos del cine y detalles de su trabajo a cuatro manos en una «lección magistral» ofrecida en Cannes. «No soy cineasta ni él tampoco, pero sí lo somos porque somos dos», aseguró casi en trabalenguas y con evidente modestia Jean Pierre, quien con su hermano desgranó su particular forma de hacer cine. «No sé si evolucionamos, pero la verdad es que nos movemos», aclaró el más joven de los Dardenne (Luc, 1954), quien contó detalles de su trabajo común y contestó a la pregunta fundamental: «¿cómo se hace cine entre dos?». Es casi un juego en el que es precisa mucha conversación y complicidad. Luc contó, por ejemplo, que cuando se rueda una escena, uno de ellos es el que está al mando y el otro unos pasos detrás; luego ambos revisan a dúo el resultado en un monitor de vídeo y sin que el resto del equipo les escuche. Sin maquillaje para los actores, plano secuencia lo más posible, luz natural e intérpretes desconocidos han sido los ingredientes de la receta que ambos han tenido para ganar en Cannes dos Palmas de Oro: en 1999 por «Rosetta» y en 2005 por «L'Enfant».
El cineasta manchego aprovechó para reclamar que la Ley de Memoria Histórica, «prometida por los socialistas, debería aplicarse enteramente para evitar que ciertas heridas no puedan cicatrizar».
Cristian Mungiu («4 luni, 3 saptamani si 2 zile») divirtió a prensa y crítica con una burla de la Rumanía comunista en forma de cinco historias con «Amintiri din eopa de aur» («Cuentos de la Edad Dorada»).