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Los vascos encarcelados en Algeciras dan por finalizada la huelga de higiene

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Los prisioneros políticos vascos encarcelados en la gaditana cárcel de Algeciras-Botafuego pusieron ayer fin a la huelga de higiene que han desarrollado desde finales de abril, según informó ayer el movimiento pro-amnistía. Aunque han decidido dar término a esta protesta, los propios presos informaron de que valorarán el camino recorrido y acordarán cómo seguir con su lucha, en caso de que la situación que padecen y la actitud de la dirección carcelaria no varíe.

Primero fueron dos días de huelga de hambre, pero después los vascos encarcelados en Algeciras emprendieron una huelga de higiene que han venido realizando hasta ayer. Todo ello, además, junto a «chapeos» intermitentes que han incidido en el propio aislamiento que padecen de por sí y cuya denuncia ha sido también una de las razones por la que emprendieron esta lucha.

Una protesta por la dignidad

Sin embargo, el detonante de la protesta fue el intento de agresión, el registro y las amenazas que realizaron los carceleros de Algeciras al prisionero político de Elorrio Arkaitz Bellon. No fueron, además, unos carceleros cualquiera, sino los mismos que hace un año ya apalearon al citado joven elorrioarra.

Días después de ese intento de agresión, el también preso político Jorge González vivió otro episodio similar, por lo que los vascos decidieron hacer frente a estas agresiones.

Según denuncian los propios presos, los vascos padecen un constante aislamiento dentro de la cárcel. Con objeto de «gestionar» ese aislamiento, la dirección carcelaria decidió en 2008 conformar grupos de carceleros que se rotarían de seis meses en seis meses. El mismo turno que apaleó a Bellón intentó agredirlo de nuevo el pasado abril, y ante las protestas de los presos vascos, la respuesta de la dirección fue prorrogar por otro medio año la permanencia del mismo grupo. Ante esa situación, iniciaron las protestas.

La segunda respuesta de la cárcel hacia las iniciativas emprendidas llegó con los traslados de varios presos, que vinieron seguidos de otros nuevos, así como de cambios de celdas dentro de la propia prisión. Sin embargo, los vascos siguieron con la huelga de higiene también en esas nuevas celdas.

«¿Qué tiene que perder una persona que está encarcelada a 1.200 kilómetros de su casa, cuando está aislado en una cárcel dentro de la propia cárcel, y cuando su dignidad como persona está pisoteada?», se cuestionan los presos para hacer entender el porqué de este pro- testa. Una lucha con la que entienden que han reconstruido la dignidad que intentaban piso- tearles.

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