Las diferencias mostradas por Benjamin Netanyahu y Barack Obama durante su primer encuentro en la Casa Blanca han provocado en Israel el temor a perder el apoyo incondicional que hasta el momento le ha mostrado EEUU.

«Están de acuerdo en que no hay acuerdo. Tras tres horas de entrevista, no han coincidido prácticamente en nada», destacaba ayer en su portada «Yediot Aharanot», principal diario popular israelí.

«Nunca había visto un encuentro oficial en Washington tras el cual se expresaran en público tan claramente las discrepancias», afirmó Akiva Eldar, politólogo y editorialista del diario «Haaretz».

«Se puede adivinar lo que los dos mandatarios se han dicho cara a cara durante una hora y media», añadió Eldar.

Preguntado por la agencia France Presse, Eytan Gilboa, profesor de ciencias políticas en la Universidad Bar-Ilan de Tel Aviv y experto en la situación de EEUU, considera que «ha comenzado una nueva era en las relaciones entre Israel y Wa-shington».

Según Gilboa, «el nuevo presidente estadounidense no ha mostrado ningún sentimiento especial hacia Israel. Defiende sus intereses y una aproximación global a Oriente Próximo, que consiste en acercarse al mundo árabe, aunque sea a costa de una disminución de las relaciones privilegiadas con Israel».

«Si Netanyahu se obstina en sus opciones, existe un riesgo de confrontación que se traducirá en un coste enorme para Israel», añadió Gilboa.

Obama, que quiere impulsar un «proceso de paz global en Oriente Próximo», busca acercarse a los países árabes, ha instado a la creación de un estado palestino y quiere impulsar el diálogo con Irán para convencer a Teherán de que renuncie a su programa nuclear.

Todos estos proyectos chocan frontalmente con las posiciones del primer ministro israelí, que rechaza el Estado palestino, quiere continuar con la construcción de las colonias sionistas y considera el programa nuclear como «una amenaza existencial» a la que deben enfrentarse prioritariamente.

Según Gerald Steinberg, politólogo en Bar-Ilan, «para Israel, la era Obama no tiene nada que ver con la de su predecesor, George Bush, pero las relaciones históricas estadounidense-israelíes, profundas y múltiples no pueden cuestionarse».

«Hay que esperar al discurso de Obama del 4 de junio en El Cairo sobre su aproximación a la paz global, pero ha coincidido con Netanyahu en que sus desavenencias deben ser limadas y que no serán utilizadas para presionar a Israel», declaró a France Presse.

Entrevistado brevemente ayer en la radio militar, Ehud Barak, ministro laborista de Defensa, considera también que el encuentro de Washington «ha marcado el comienzo de un diálogo».

La Autoridad Palestina, por su parte, consideró positivas las declaraciones de Obama sobre la necesidad de un estado palestino. Sin embargo, el movimiento islamista Hamas señaló que el discurso de Obama es «palabrería a la que no hay que dar importancia».

Nuevo Gobierno de Fayyad

Por otra parte, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, nombró, después de un impasse de varios días, a Salam Fayyad como primer ministro, por lo que recibió las críticas de Hamas, del FPLP y del PPP, así como del grupo parlamentario de Al-Fatah.

Fayyad, un economista que ha trabajado para el FMI y ligado a Al-Fatah, formará un Gobierno integrado por 24 ministros -uno de los más extensos de los últimos años- que pertenecen a Al-Fatah, el FDLP y el Frente de Lucha Popular Palestina (FLPP), además de independientes.

Los parlamentarios de Al-Fatah mostraron su rechazo al nuevo Gobierno porque no se contó con ellos para la formación del Ejecutivo.

«La decisión de Abbas de formar un nuevo Gobierno en Cisjordania en esas circunstancias y mientras se produce el diálogo nacional [para la formación de un Gobierno de unidad nacional] refuerza el caso constitucional y el legal», afirmó Fawzi Barhum, portavoz de Hamas en Gaza, quien añadió que para la formación islamista «este ejecutivo seguirá siendo ilegal e ilegítimo. No lo reconoceremos ni trataremos con él».

Rabah Muhana, miembro de la Ejecutiva del FPLP, señaló que «formar un nuevo Gobierno sin consenso nacional sólo contribuye a incrementar las disensiones entre las formaciones y a bloquear el diálogo. Sólo incrementa el sufrimiento de nuestro pueblo».