Si de teoría política tratara este editorial, deberíamos convenir en que todo lo que ha rodeado y está rodeando a la candidatura Iniciativa Internacionalista podría servir sin duda para reforzar un paradigma ya instaurado y demostrado: la estrategia del Estado español en vulnerar derechos civiles y políticos en todo lo que esté relacionado con el conflicto político vasco. Y lo ocurrido en torno a II-SP muestra un modelo o patrón bien definido y conocido, pero que, en su desarrollo, ha arrojado alguna sorpresa y una traca final aún no resuelta: estrategia de criminalización previa con un enorme altavoz mediático; fase «judicial» en idéntico tono y con el Gobierno marcando el paso; vuelco judicial, tras lo que desaparece el altavoz mediático; y, una vez depositados los votos, prácticamente de todo -y todo malo o cuando menos extraño- para ocultar o evitar un gran resultado. Con una novedad, en este caso: un debate en torno a las ilegalizaciones y la Ley de Partidos que esta vez sí ha trascendido las fronteras de nuestro país.

«Pucherazo» fue una palabra que saltó ayer con fuerza a las redes sociales en internet, que se inundaron en pocas horas de denuncias concretas de «desaparición» de votos en numerosos rincones del Estado. Ahora, la Junta Electoral deberá esclarecer cuanto antes las impugnaciones presentadas, antes de que los resultados se den por definitivos. Sea cual sea su decisión, no podrá borrar las sospechas de los miles de ciudadanos que se preguntan si los errores fueron un abultado cúmulo de casualidades más propias de países a los que los políticos españoles gustan de viajar como observadores para «garantizar» la «transparencia», o si, al contrario, el «azar» se alió con Rubalcaba para darle la razón cuando pregonaba que era imposible que Sastre saliese elegido.

Sea como fuere, los comicios han dejado sentadas y asentadas varias cuestiones que confluyen en un mismo puerto, el que ofreció sus votos a la lista liderada por Alfonso Sastre. La izquierda abertzale es la referencia independentista ineludible en Euskal Herria y la única fuerza nacional con una presencia consolidada, notable y equilibrada en todos los territorios.