Es cosa sabida que los resultados electorales suelen satisfacer, aunque sólo sea de forma aparente, a todas las fuerzas concurrentes a las urnas. Y luego vienen los que interpretan los datos, fríos y puestos negro sobre blanco. Y también ahí se juega con los números para marear a la perdiz. O a la lectora y el lector, por ser precisos.

Así el subdirector de «El Mundo», Casimiro García-Abadillo se felicitaba porque «una de las mejores noticias de ayer es que el partido sucesor de Batasuna, I.I. no ha obtenido representación». La verdad, a la luz de los datos, no movería al baile y la chanza a García-Abadillo pero... estamos hablando de «El Mundo».

Más claro lo tenía Xabier Gurrutxaga, en «El Correo Español». En referencia a la lista de Alfonso Sastre, Gurrutxaga sentenciaba que «sus resultados en el conjunto del Estado son francamente insuficientes, pues quedan lejos del escaño que deseaban, para desde el Parlamento internacionalizar el conflicto vasco», pero matizaba a continuación que «hay que resaltar los buenos resultados obtenidos por la lista Iniciativa Internacionalista en nuestras dos comunidades. Los 115.000 votos: es decir, el 16% obtenido en la comunidad autónoma, a menos de mil votos del PP, ponen de manifiesto la consistencia de esa realidad que llamamos izquierda abertzale tradicional». Ya se empieza a acercar a la realidad.

No se le suponen simpatías al columnista con las gentes de Otegi, pero se resiste a cerrar los ojos: «Mientras los porcentajes de las demás formaciones descienden respecto de las últimas europeas en 2004, esta izquierda abertzale incrementa su presencia en más de tres puntos. Otro tanto sucede en Navarra, donde obtiene 23.000 votos y casi un 12%, superando con holgura a la suma de los votos obtenidos por las fuerzas integran Na-Bai».

Y no deja en el tintero las peripecias vividas por esta candidatura: «El Tribunal Constitucional anuló la suspensión del Supremo y autorizó a II presentarse a las elecciones. Los ciudadanos que han votado esta lista han ejercido así su derecho fundamental de participación política. Y lo han hecho eligiendo esta lista. Tenían otras opciones, también de izquierdas e independentistas, pero han querido ejercer así su derecho. Se quiera reconocer o no, esa es la realidad que persiste más allá de las ilegalizaciones, y que no puede resolverse reduciendo el problema a una cuestión jurídica y judicial». ¡Mira que es sencillo verlo así!