Mi sobrino es un chaval listo como él solo y un zalamero engañaviejas... aunque tiene sus cosillas. Pero quién no las tiene. Hace algunos años le diagnosticaron autismo, una clasificación que se nos hace tan amplia como el mar, porque en ella entra de todo y no hay un chaval igual que otro. El caso es que, ante mi sorpresa, nos hemos topado con unas directrices de Educación que nos dejan perplejos: se está centralizando a los niños con trastornos del comportamiento en gelas comarcales dirigidas, en nuestro caso, por Gautena (en Elgoibar), con lo que, definitivamente, y aunque no dudamos de que la atención recibida es exquisita, lo que se está consiguiendo es apartar a los chavales de su pueblo, hacer aún más difícil que mantengan el contacto con sus compañeros de siempre. O sea, que la tan cacareada integración de la Escuela Pública Vasca ¿nos lleva a esto? Y nos preguntamos si no hay otras vías, que les permitan seguir con sus amigos, porque es con ellos con quienes aprenden (y ellos de nuestros chavales). Por cierto, menuda enseñanza: si eres «especial», te apartan; al loro, chavales. Además, no saben cuánto me recuerda a la política de algunas empresas: sale más barato sacar el trabajo fuera. Perdonen, es que me cabreo.