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Reacciones tras el atentado de ETA

Lo que ha cambiado es el favor y el fervor de los medios de comunicación

El único cambio contrastable es que los nuevos rectores de EiTB decidieron retransmitir en directo la manifestación del sábado aderezada con una tertulia política, y que sólo la vieron el 14,8% de los pocos que a esa hora estaban ante la televisión en la CAV

Iñaki IRIONDO

La reacción de las instituciones de la CAV al último atentado de ETA ha estado acompañada de comentarios más o menos explícitos en los medios de comunicación sobre la existencia de un cambio cualitativo y cuantitativo en la respuesta organizada, así como en la contundencia de los mensajes lanzados tanto por el lehendakari como por su consejero de Interior. Hay además quien trata de unir la imagen de este cambio con una supuesta evolución de la sociedad vasca en los últimos meses bajo el liderazgo del tándem PSE-PP.

Una imagen falsa repetida muchas veces corre el peligro de convertirse en una imagen verdadera en la conciencia colectiva. Lo explico con un ejemplo: hace unos días una persona bien informada se preguntaba por qué habría de extrañar que el PSE ganara al PNV en las elecciones europeas cuando ya lo había hecho en las autonómicas. Después se dio cuenta de su error, pero su lapsus mostraba la fuerza persuasiva de la reiteración engañosa. Por tanto, antes de cualquier otra consideración es necesario recordar -como hizo el presidente navarro, Miguel Sanz- que el nuevo Gobierno de Lakua es fruto de una decisión judicial, no de un cambio social.

Por lo demás, si de hablar de un cambio de actitud se trata, habrá de hacerse siempre por comparación con los ejemplos más cercanos. La reacción a la muerte del policía Eduardo Puelles fue la suspensión de la actividad institucional y partidista, la condena de los responsables políticos, su acercamiento al lugar del atentado y a la familia, la convocatoria de una manifestación y la participación en los funerales y cuantas concentraciones de repulsa se produjeran. No hay nada de nuevo en ello. Es la misma actuación que el Gobierno y el Parlamento anterior, liderados por el tripartito, han seguido en tantos y tantos atentados y, por recordar los más recientes, nos podemos referir a los de Inazio Uria, Isaías Carrasco, Juan Manuel Piñuel e incluso a la reacción tras las muertes de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio en la voladura de la T-4.

Se ha hablado en este caso de una mayor cercanía de los gobernantes a la familia de las víctimas, pero resulta difícil creer, a la vista del repaso a la hemeroteca, que los allegados de Uria o Carrasco no se sintieran arropados -en el momento de mayor dolor y también en los posteriores- por todo tipo de responsables institucionales tanto autonómicos como forales.

En determinados medios se ha resaltado la existencia de una mayor contundencia y beligerancia en los discursos del lehendakari y del consejero de Interior y, por ejemplo, la desaparición de menciones al diálogo como for- ma de solución al conflicto. También sobre esto convendría hacer alguna consideración a la vista de dichos y hechos. Puede tomarse como referencia la manifestación del 13 de enero de 2007 convocada por el Gobierno de Ibarretxe tras el atentado contra la T-4. La marcha estuvo precedida por una guerra de lemas de la convocatoria que el PSE trató de endurecer al máximo. El discurso de Patxi López fue este sábado formalmente mucho más contundente que el que entonces pronunció Juan José Ibarretxe, pero es necesario recordar que a los cuatro meses de aquella manifestación de 2007 y después de muchos discursos duros de Zapatero y Rubalcaba, el Gobierno español y el PSOE estaban sentados en sendas mesas negociando con ETA y Batasuna en una ciudad centroeuropea.

Si de la reacción social hay que hablar y por utilizar un mismo sistema de medición -aunque peque siempre de contar muy al alza-, la Policía Municipal de Bilbo cifró en 80.000 los asistentes a aquella manifestación y en 25.000 los que se reunieron el pasado sábado.

El único cambio contrastable que se ha producido es que los nuevos rectores de EiTB decidieron retransmitir en directo la manifestación del sábado aderezada con una tertulia política, y el resultado práctico es que sólo la vieron el 14,8% de los pocos que a esa hora estaban ante la televisión en la CAV. De hecho, según los datos de audiencia, unos 11.000 espectadores que estuvieron viendo la película que precedió a la retransmisión -«Hotel Ruanda»- apagaron la tele o cambiaron de canal cuando empezó la manifestación.

Por tanto, más que de un cambio de actitud político o social, de lo que habría que hablar es de una diferente actitud de los principales medios hacia los nuevos gobernantes, del trato de favor y del fervor con el que los miman.

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