Ainara Lertxundi Periodista
El mundo al revés
El final de la guerra no será por la fuerza de las armas ni mucho menos por el exterminio del bando contrario, sino a través del diálogo y la solución política en el marco de la justicia». Puestos a adivinar, nos llevaría tiempo dar con el autor de esta frase, porque su contenido y quien ahora lo defiende han comulgado históricamente en bandos opuestos.
Quien en su momento fue el líder paramilitar por excelencia en Colombia parece que ahora ha visto la luz en una cárcel de Estados Unidos, a la que el presidente Álvaro Uribe lo mandó para evitarse problemas... y que hablara más de la cuenta. La luz le llega a miles de kilómetros de Colombia.
Quien fuera el máximo jefe de las temidas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), Salvatore Mancuso, no tiene reparos en presentarse como eventual «gestor de paz» y en pedirle a Uribe que le permita «por favor, seguir adelante con mi determinación de ser hombre de paz. Porque no se trata sólo de reparar por parte de todos los victimarios a las víctimas sino de evitar, a través de soluciones políticas y humanitarias, que sigan produciéndose víctimas». Asegura que es él «el espejo donde se miran los Cano, los Jojoy, las FARC, el ELN, las bandas emergentes, los don Mario», por lo que haciendo honor a su nombre se ofrece al presidente para «mediar y dialogar políticamente con todos ellos si existe su voluntad política y la de su gobierno».
Toda una declaración de intenciones en forma de carta. El sobre que en fechas recientes ha llegado al palacio presidencial contiene también un regalo envenenado para Uribe. Le acusa de no haber cumplido el polémico pacto de Ralito, por el que ex parlamentarios, gobernadores, alcaldes y otros funcionarios acordaron con las AUC «refundar la patria». Le advierte que en caso de hacerse públicas las relaciones entre la fuerza pública y las AUC, será un capítulo «más doloroso y traumático que el de la parapolítica».
Habrá que ver cómo gestionan los uribistas las declaraciones de Mancuso y, lo más importante, cómo las reciben las miles de víctimas que ha dejado y sigue dejando el paramilitarismo de los Mancuso.