Boris Vian, el hombre que pensaba en verso, a los 50 años de su muerte
GARA | PARÍS
Si Boris Vian (1920-1959) resucitase, cuando se conmemora el 50 aniversario de su muerte, seguiría siendo un escritor y trompetista de jazz adelantado a su tiempo, al igual que lo fue en vida, gracias a su swing y su manera de comerse la vida sin pausa y a bocados. Vian era un poeta que dio alas a su curiosidad y tan pronto escribía como componía canciones tan polémicas como «El desertor», que marcó un hito antimilitarista en el Estado francés, su país natal.
A pesar de que estudió ingeniería, en cuanto pudo se volcó en el jazz y la literatura, y se labró una carrera de escritor de novelas, cuentos, poemas, guiones de cine, obras de teatro, espectáculos de cabaret, óperas y ensayos.
Aún patente
A Boris Vian el paso de los días le ha entronizado más todavía. Su sombra es patente hoy en París, ciudad eterna que le vio nacer y desarrollar su talento y que homenajea el legado de este trompetista de los clubes parisinos de Saint-Germain-des-Prés. Y también su leyenda es alimentada en la escena musical contemporánea. Desde el último álbum del cantante argentino Andy Chango que se titula «Boris Vian» e incluye temas como «El desertor» o «No quisiera morir».
Por otro lado, no hay que olvidar la faceta más divertida e inventora de este habitual en su juventud de las surprise-parties parisinas -fiestas «sorpresa» con alcohol, sexo y música-, que creó el «pianococktail», un nuevo piano que mezcla licores basándose en la combinación de las piezas que se interpretan.
Y es que su talento se refinó entre las aulas más elitistas y los bares de jazz y frecuentó la amistad con personalidades que marcaron también un antes y un después en las Artes del siglo XX. Como la de Jean-Paul Sartre que le costó su primer matrimonio. El filósofo y su primera esposa, Michelle Lèglise, mantuvieron una relación extramarital y Vian cogió otro tren, el de la bailarina Ursula Kúbler, con quien acabó sus días.