El nuevo equipo directivo de EiTB llega -de la mano de la trucada mayoría de PSE y PP en el Parlamento de Gasteiz- con la vitola de la «profesionalidad» y la «independencia». Su director general, Alberto Surio, hizo ayer una exposición de objetivos ante los trabajadores del ente. En un discurso lleno de principios loables, como el fomento de «la cultura de la paz y el respeto al diferente» y «la defensa de los derechos y las libertades de los ciudadanos vascos», incurrió en uno de los mayores pecados que puede cometer el periodista: la parcialidad en la descripción de la realidad. Desde la «profesionalidad» y la «independencia» no se puede hacer una relación de periodistas o directivos de medios muertos violentamente y no mencionar a Xabier Galdeano y Josu Muguruza. Tanto si la omisión es intencionada como si fue involuntaria, da muestra de una visión unilateral de la situación de Euskal Herria poco acorde con los valores que se dicen defender y que debieran guiar a un medio informativo público. Y lo mismo puede decirse cuando se hace un listado de ataques a la libertad de expresión y se obvian los cierres de periódicos, el encarcelamiento de responsables de medios y hasta la tortura de directores de diarios. El discurso de Surio no marca la apertura de una nueva etapa en EiTB, sino la profundización en los defectos de la anterior.