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Crónica | Lekuz leku

Postales urbanas poliédricas con fondo móvil

En la segunda jornada del V Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos, Lekuz Leku, el público fue creciendo, animado por la temperatura agradable y por la sucesión de pequeñas piezas de danza.

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Carlos GIL

Piezas que van dejando en el espacio de Abandoibarra imágenes, gestos, gustos muy diferentes entre sí, pero que van dibujando en su conjunto una muestra de las posibilidades que tiene la danza para expresar sentimientos, emociones con lenguajes muy diversos.

La itinerancia que hacen los públicos para desplazarse entre los espacios donde suceden las actuaciones se convierte en uno de los alicientes y los momentos adecuados para transmitir las sensaciones causadas por las actuaciones. En los espacios, además de lo que sucede como expresión artística, se crean situaciones paradójicas o se pueden entender como postales de un Bilbo no retratado todavía. Sucedió en la actuación de Kukai, en el lugar conocido como el muelle, con el público mirando a los dantzaris de cara a la ría, con el sol apareciendo entre nubes con mucho ímpetu, cuando sonaba la música vasca, la jota estaba en su momento álgido, apareció una trainera entrenando. Los fotógrafos podían sacar dos calendarios. O durante la actuación de Moeno Wakamtsu en las escaleras que bajan desde el puente de La Salve hacia la parte trasera del Guggenheim. Un acción butoh con la que se encontraban de improviso los corredores sudorosos o paseantes -como se aprecia en la foto-, logrando sus momentos de gloria al bajar el último tramo siendo vistos por centenares de espectadores.

Dos piezas, la que abría la sesión, «Petita Lula» de Mariantónia Oliver y la que la cerraba, «Soledad», de la compañía Bonachela, repetían en el programa. Un dúo de mujeres, Yen-Ching Lin y Laly Ayguade ofrecieron una pieza de estilo, ambas en la misma clave expresiva, partiendo de la misma escuela, basada en la misma técnica que se convertía en una homogeneización del lenguaje donde las dos van mostrando sus capacidades, su interioridad y sus relaciones. Juegan con el espacio de manera total y en los momentos individuales ofrecen destellos de sus posibilidades.

Kukai Dantza Konpainia se ha convertido asiduo a este festival. A lo largo de los años ha desarrollado y perfilado su manera propia de entender la dantza vasca de siempre, pero con aportaciones contemporáneas, en una mezcla que en ocasiones alcanza un valor inusitado y que se disfruta tanto por la limpieza de sus composiciones coreográficas como por la calidad individual y colectiva de todo el equipo artístico.

Entre el deseo y el destino

Moeno Wakamtsu eligió las escaleras traseras del Guggenheim para mostrar su acción butoh, esa manera de entender el movimiento casi como un pensamiento, como una energía que visualiza el intérprete y que solamente transmite a los públicos una quietud, como si el tiempo no contara.

Con un acompañamiento de música clásica, fue bajando tumbada varios escalones hasta lograr ponerse en pie, o como se asegura en el programa de mano, expresó la lucha entre el deseo y el destino.

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