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Crónica | Lekuz leku

El cuerpo cataliza el discurso en un cálido ambiente

Se despidió el V Festival Internacional de Danza en Paisajes Urbanos, para dejarnos meditando sobre la influencia del espacio y el clima en la percepción de las propuestas.

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Carlos GIL

Los cientos de personas que siguen al globo identificador y localizador del lugar donde se van a presentar las piezas acuden como a una suerte de lindo paseo entre estructuras arquitectónicas, diseños de jardinería y ciudadanía en libre disposición. La inmensa mayoría de quienes presencian cada una de las obras lo hacen de manera premeditada y voluntaria, pero siempre se añaden unas docenas de espontáneos que pasaban por allí y que se quedan atrapados por la propuesta artística. Son con estos espectadores de encuentro con los que se debería realizar la tesis sobre el valor del arte en vivo al aire libre. De cómo se intenta convencer a un perrito para quedarse quieto 20 minutos disfrutando de una actuación de danza.

La compañía catalana Nats Nus lleva años trabajando en una línea de danza familiar, es decir con códigos muy sencillos, casi didácticos para que se asuman de manera directa. En «Slot», los cuatro danzantes juegan con unas maletas de donde salen los recuerdos, las músicas, las emociones, las referencias a mundos remotos, y en el uso de estos recursos van creando un dinámico espectáculo muy participativo y lanzado hacia el público con un vestuario muy bello, unas coreografías muy atractivas y una ejecución muy viva, cercana, pasional y que llega a todos.

Cuerpo a cuerpo

Los aragoneses de Cetra Danza ofrecieron «Animales de compañía», con Javier Sangrós y Ángel del Campo. Basado en un alfabeto reconocible, sus composiciones se fundamentan en miradas a lo cotidiano, a una relación no descubierta, a un conflicto que se vive en perfil bajo mientras los dos bailarines trenzan sus cuerpos a distancia en una especie de atracción lejana, casi en una relación de espejo. Detalles de sutileza y calidad.

Los madrileños de Losdedae apuran en «Capuchino per due» todas las contradicciones de la vida en pareja, de la incomunicación que la rutina va instaurando, hasta el punto de que no existe más conexión que algunos actos banales y de coincidencia espacial y utilitaria como tomarse un café. Chevi Muraday y Paloma Sainz-Aja demuestran su conjunción, su fuerza interpretativa y lo cuidado de su puesta en escena.

Llegados de Grecia, Rootlessroot presentaron «UNA, uknown negative activity», con música de Vasilis Mantzoukis, donde plantean con radicalidad las relaciones de poder, las jerarquías, los encuentros y desencuentros de los seres humanos ante situaciones inverosímiles o habituales. Expresada a modo de descargas de energía ora individual ora colectiva, esta pieza va atrapando al público debido a la fuerza comunicativa, a la calidad de sus ejecutantes y a una extraña sencillez que acompaña a conceptos bastante alambicados.

Cuerpo a cuerpo, centímetro de piel a centímetro. Así se relacionan, se expresan, se conjuntan Alexis Fernández y Caterina Varela en «Ven», la pieza presentada por la compañía gallega Entremans, que cerró las actuaciones de este año dejando una grata sensación porque logran concentrar la atención en una especie de juego final en la que el hombre no toca nunca el suelo, y todos los movimientos acaban sosteniéndose sobre ella, la mujer, lo que entendemos como una metáfora, que estaba mostrada con gracia, solvencia y provocando inquietud por las dificultades físicas que se suscitaban ya que todo era en pleno movimiento constante.

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