Por lo visto (sorprende medir cuántas veces esta columna ha comenzado con estas tres palabras, virgen, virgen!...) EITB - muy a su pesar- ha configurado (o está haciéndolo) su nuevo organigrama buscando aquí y acullá y recortando de aquí y también de acullá. Son momentos drásticos y un poco sangrantes. Se va gente muy buena y viene gente que, sin duda, también lo es. Pero cada uno tiene que defender lo suyo. Tiene que emocionarle su momento. Y este momento tan igual, tan mismo para todos no puede pasar desapercibido.

Esta mañana he tomado el café en un sitio emblemático (para mí mucho) y los clientes hablaban de la falta de Xabier Lapitz de una manera emotiva y necesitada. No entendían que el nuevo gobierno televisivo pudiera deshacerse de una voz como la suya. Son, han sido y siguen siendo, muchos sus seguidores. Y a pesar de la previsible metamorfosis a la que nuestra televisión se veía sin ninguna duda abocada, parecía mentira que algunos cambios pudieran sucederse. Es la necesidad extrema del: «quítate tú pa ponerme yo, quítate tu...». La cursiva era la letra de la Sonora Candela de finales de los ochenta. Entonces yo frecuentaba Miramon y la Sonora, Donostia. Tengo recuerdos propios del momento...Y nada más explicativo de la actualidad, que algo que sucedió en los prenoventa, para explicarnos los albores del primeros del XXI.

Cuando el alcalde de tu pueblo tiene la edad de tus hijos, el Lehendakari es mucho más joven que tu mujer y el Jefe del Gobierno no sabe quién es Chrissie Hynde debes de solicitar guardaespaldas oficiales como los testigos protegidos de una época a preservar. De una historia y de sus sensaciones a defender. Quizá seas un nostálgico. Pero ¡quién no lo es!. ¡Quién no quiere que lo bueno, lo que funciona comunicativamente, se mantenga, a pesar de que la boca que abre y chupa la manguera del oráculo institucional no sea ya la misma que succione la fuente oficial.

Seguro que alguien me dice hoy mismo: ¿de qué hablas Inés? Pues yo se lo explico, señoría.