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Análisis | Balance del primer semestre de 2009

Vuelve el optimismo a los mercados

En estos seis meses la discusión se ha enfocado en la habilidad de advertir la aparición de señales positivas dentro del desolador panorama económico. Los datos, hoy, siguen dejando poco espacio para la lírica campestre

Alberto CASTRO Analista Bursátil

Los inversores han recuperado el optimismo al cierre del primer semestre gracias a la rápida subida de los mercados desde sus mínimos de marzo y la frágil mejoría en Estados Unidos. En Europa, se mantiene un gran escepticismo, aunque también se ven más claros que oscuros.

Es todavía cuestión de fe, pero cada vez son más los inversores que apuestan por una moderada subida de las cotizaciones en la segunda parte del año. No obstante, también esperan fases de corrección para digerir el largo tramo alcista iniciado en marzo. Y es que si bien no hay nada seguro, es de prever una desaceleración en la caída de la economía y una restauración de la confianza de los inversores por los primeros efectos positivos encontrados en el sistema financiero. Esto es especialmente relevante en Estados Unidos, donde este mismo mes se ha sabido que diez de los bancos acogidos al plan de rescate van a devolver el dinero recibido por la Administración. Según parece, todas estas entidades han cumplido con los requisitos de capitalización exigidos por el Tesoro y a partir de ahora recuperan mayor autonomía para la gestión del negocio. En este terreno se incluirían, entre otras facetas, la definición de su política retributiva, uno de los caballos de batalla utilizados por Obama para tratar de controlar los desmanes del pasado.

A decir verdad, su medida de poner topes a los sueldos de los ejecutivos podría perder el efecto esperado, ya que ahora los bancos están elevando los salarios en la parte fija en detrimento de la parte variable, que habitualmente va ligada a objetivos y que permitía la obtención de gratificaciones escandalosas. Con todo, quedan todavía muchos problemas por resolver y uno de los más importantes, aunque ahora ignorado, es el de los activos tóxicos. Los bancos no han iniciado la limpieza de esos productos financieros construidos sobre hipotecas de alto riesgo que contaminaron la economía mundial. Es más, no se sabe a ciencia cierta el volumen final de este «agujero negro» y todavía existe el miedo a que afloren nuevas pérdidas.

En abril, en el encuentro del G-20 en Londres, se propició la puesta en marcha de medidas para evitar nuevos episodios de crisis provocados por este comportamiento voraz del sistema financiero. Falta por conocer la evaluación del cumplimiento de los objetivos y la generación de ese nuevo «corpus» regulador mundial que impida su repetición. Y no se sabrá antes del próximo encuentro a celebrar en Pittsburg, en septiembre

Brotes verdes sí, brotes verdes no. En estos seis meses, la discusión se ha enfocado en la habilidad de advertir la aparición de señales positivas dentro del desolador panorama económico. Para ello, Ben Bernanke ponía en circulación una vieja frase de un ex ministro británico al hablar de «brotes verdes» en los momentos de crisis. Pero, los datos, hoy, siguen dejando poco espacio para la lírica campestre. Es verdad que en pronósticos y opiniones sí ha habido buenas noticias, pero no en la macroeconomía y las referencias reales. Así, los más optimistas se aferran a las encuestas sobre confianza en consumidores y empresarios, y a declaraciones de Bernanke, Geithner o Trichet.

En definitiva, lo que se espera es una reducción en el ritmo de caída de los datos macroeconómicos que dé razón a ese estado de opinión positivo y a ello se agarran los inversores para fundamentar ese optimismo, moderado, de cara a la segunda parte del año. En este sentido, los organismos internacionales no dan grandes esperanzas para 2009, puesto que anticipan decrecimientos notables. El pronóstico más pesimista es el del Banco Mundial, que espera una contracción mundial del 2,9%.

Las bocanadas de aire fresco corren a cargo de las expectativas, entre otros, de la Reserva Federal, el FMI y hasta del BCE. En todos los casos, sin embargo, dejan sentado que Europa lo pasará peor y que en 2010 todavía podría darse un PIB negativo. Además, incluyen siempre en sus pronósticos un resquicio pesimista por las posibles complicaciones no advertidas aún dentro del sistema financiero, por el incremento preocupante del déficit o por las tasas insoportables de desempleo.

Recuperación meteórica. Dentro de las bolsas, el primer semestre ha tenido dos partes evidentes. En la primera, y si miramos al Ibex, se siguió con el mismo tono bajista de 2008 y no se encontró suelo hasta el 6 de marzo, cuando se fijó un mínimo intradía de 6.702,60 puntos, su nivel más bajo desde 2002. Desde entonces ha vivido una recuperación en la que han participado un conjunto de datos macroeconómicos menos catastróficos de lo esperado y unas cuentas empresariales no muy dramáticas. Este tirón le ha permitido superar el lunes pasado los máximos anuales intradía del 6 de enero y colocar un nuevo techo en los 9.890,60 marcados ayer martes. El Ibex gana un 46% desde sus mínimos de marzo, y un 6,44% desde el comienzo del año. El resto de indicadores europeos, pese a registrar una histórica recuperación trimestral, no ha logrado zafarse de los números negativos. El CAC 30 cede en el año un 2,41%, el Dax, un 0,03%, y el FTSE 100, un 4,17%. Por su parte, el Nikkei japonés gana un 12,40%. En Nueva York, los índices también se han visto reforzados en el segundo trimestre con alzas históricas, y todos, a excepción del Dow Jones, han vuelto a los números verdes.

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